Decimos “adiós melones y sandías» y recibimos a las «granadas y calabazas”. La naturaleza es sabia y cada temporada ofrece las frutas que necesitamos.
Conforme pasan los días vemos como los anaqueles de frutas y verduras cambian de color. Al igual que los árboles, los alimentos de color amarillo y verde vibrantes dan paso a tenues rojos, naranjas y dorados, señal inequívoca de la llegada del otoño.
Los requerimientos del cuerpo varían según la estación del año y la naturaleza, sabia como siempre, ofrece los comestibles adecuados. En el verano el agua es vital, así que los campos nos regalan sandía, melón o pera.
La llegada del otoño, con sus días más cortos y temperaturas más bajas, obliga al cuerpo humano a una readaptación. Es el momento ideal para preparar al sistema inmunológico ante la inminente llegada del frío invierno.
Mientras que la mayoría de los alimentos que crecen durante la primavera y el verano se consumen en fresco, los de la temporada de otoño e invierno podrán ser preparados en calientitas sopas, caldos y guisados.
Durante el otoño los días son más cortos y más frescos y hay lluvia, así que se necesitan alimentos tibios y consistentes.
Una buena parte de las frutas y verduras de esta temporada aportan pigmentos con acción antioxidante. Estos pigmentos contribuyen a que mantengamos el sistema inmunitario en buenas condiciones.
Algunas frutas propias del otoño son:
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Granada (contiene pocas calorías y mucho potasio y antioxidantes. Combate el envejecimiento prematuro de las células)
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Mandarina
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Higo
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Uva
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Manzana
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Pera
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Tejocotes
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Durazno
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Arándanos
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Frutos secos
Entre las verduras características de otoño-invierno están:
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Berenjenas (bajo nivel de calorías y mucha fibra)
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Chícharos
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Pimientos
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Coliflor
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Ejotes
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Rábanos
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Calabaza amarilla
La calabaza amarilla, por ejemplo, aporta vitamina A, que refuerza las defensas para evitar infecciones y enfermedades. Esta vitamina forma una primera barrera en la piel y las células mucosas que recubren las vías respiratorias.
¿Por qué consumir frutas y alimentos de temporada?
Porque están en su momento de maduración idóneo. La fruta y verdura local se recoge en su punto óptimo y es más sabrosa que la que va a ser transportada, que se recolecta verde y va a madurar artificialmente.
Más ventajas:
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Beneficios a nivel nutricional
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Mejores características organolépticas
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Abundancia, mejores precios y disponibilidad
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Sostenibilidad del planeta (reducción de energía y de las emisiones de C02)
La Organización Mundial de la Salud recomienda la ingesta de un mínimo de 400 gramos diarios de frutas y verduras, es decir, un consumo de, al menos, cinco piezas de frutas y verduras al día, lo que corresponde a tres piezas de fruta y dos de verdura.
Alcanza la meta con estos tips:
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Lleva alguna fruta contigo para comer entre comidas; puede ser fresca como una mandarina o seca como arándanos deshidratados
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Varía las frutas y verduras que consumes
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Sirve primero las verduras o frutas en cada tiempo de comida
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Incluye en las ensaladas diferentes tipos de verduras y frutas
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Haz apetecible el consumo de frutas y verduras; explora diferentes recetas
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Evita preparar jugos; consume la pieza completa o cortada en guisados y sopas