Los “cacerolazos” llegaron a la Ciudad de México y a través de ellos, un grupo de restauranteros pidieron al gobierno local que los dejen operar al 30% de su capacidad, pese al semáforo rojo impuesto por la pandemia de Covid-19.
A un costado de la Catedral Metropolitana, en el Centro Histórico, una treintena de empleados y dueños de comedores golpearon cacerolas como forma de protesta ante las restricciones sanitarias que sólo les permite vender comida para llevar.
El pasado 18 de diciembre de 2020 autoridades de la CDMX y del Estado de México implementaron el cierre de actividades no esenciales por el alto número de contagios y hospitalizados en la región, en un principio sería sólo hasta el 10 de enero, pero el viernes pasado anunciaron que la medida se extendería hasta el 17 de este mes porque el número de contagios por Covid-19 va en aumento.
Mireya García, vocera del movimiento y cocinera de Aritzu, recordó que desde el inicio de la emergencia sanitaria han cerrado cerca de 13,500 restaurantes por la crisis económica.
En entrevista para Forbes México tras su manifestación, explicó que en las tres semanas que lleva el segundo semáforo rojo en la capital aumentó un 10% el desempleo en negocios de este giro.
Insistió en que esta industria genera 5.6 millones de empleos en todo el país, además que 6 de cada 10 locales de este tipo son familiares y el 56% de los empleados son mujeres.
Acotó que, como medida de presión, a partir de mañana saldrán harán sonar sus cacerolas a la 1 de la tarde afuera de sus restaurantes, sin embargo, descartó tomar medidas más drásticas como movilizaciones sociales.
Aunque las autoridades locales insisten en que ya se reunieron con el gremio y les explicaron los riesgos de contagio en espacios cerrados, los restauranteros insisten en que cuentan con todas las medidas suficientes para operar al 30% de su capacidad.
En ese sentido, reclamaron un piso disparejo en comparación con el sector informal, puesto que, según ellos, estos comercios han seguido operando de manera normal y sin alguna regulación por parte del gobierno de la ciudad.
Por ello, Mireya López alertó que, si el panorama no cambia, varios de los negocios de este tipo están analizando migrar a la informalidad como medio de subsistencia.
“Hemos pensado que es más fácil sacar un puesto de tacos en la esquina, vas a ganar más, no vas a pagar renta, te vas a colgar de un cable, no vas a pagar agua, no vas a pagar luz más que tus insumos”, agregó.
Mireya López se dijo esperanzada de que puedan reiniciar operaciones el próximo 18 de enero.
Por su parte, Janet López, encargada de la comunicación y difusión de este movimiento, aclaró que es una movilización independiente, por lo que negó que alguna cúpula empresarial haya organizado esta protesta.