Vuelve a salir a la luz una historia que conmocionó a Nigeria y que refleja la cruda realidad respecto a la violencia en el país africano.
Enya Egbe era un estudiante de medicina en Nigeria. Durante una de sus clases de anatomía, el joven de 19 años fue sorprendido por una escena que transformaría su vida para siempre. Al momento de tomar sus herramientas de trabajo, y quitar la manta que cubría el cuerpo, la imagen que encontró provocó que no pudiera mantener la compostura, por lo que tuvo que abandonar el salón. La historia, ocurrida hace siete años, fue recordada por la BBC en un reportaje especial sobre la violencia policial y los cuerpos abandonados en Nigeria.
Un trágico descubrimiento
El cuerpo que Enya Egbe tenía ante sus ojos era el de Divine, un amigo desaparecido. Ante la sorpresa, el adolescente solo pudo gritar y correr del lugar. “Salíamos de fiesta juntos. Había dos agujeros provocados por balas en el costado derecho de su pecho. Yo no lo podía creer», dijo Egbe, cuando fue preguntado por el suceso varios años después.
Tras la noticia que sacudió su mundo, Egbe de inmediato fue a contárselo a la familia de la víctima. Resultó que la familia llevaba días buscándolo e incluso habían hecho visitas a tres oficinas de policía; lo anterior, después de que él y tres amigos fueran arrestados al salir de una fiesta. Así, de una forma macabra, recuperaron el cuerpo de su hijo
Una triste realidad
El caso de Divine refleja dos grandes problemas en Nigeria. Las víctimas de violencia policial y la falta de cuerpos en el país para que los estudiantes puedan practicar medicina. Actualmente, la legislación del país africano permite usar en las escuelas aquellos cuerpos que no son reclamados.
9 de cada 10 cuerpos utilizados en las instituciones de enseñanza son de criminales que mueren en tiroteos. Divine era la excepción. Ana, la maestra de Enya en aquel momento, admitió que en muchas ocasiones los cadáveres que llegan a la escuela, con el finde realizar prácticas, tienen impactos de bala. “La mayoría de los cuerpos que usamos en la escuela tienen balas en ellos. Me siento muy mal cuando termino dándome cuenta de que no todos fueron criminales.
Fuente / EFE