“Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y os ruego, queridos compatriotas: no os dejéis apartar de la fe”, escribió el Papa emérito.
En su testamento espiritual dado a conocer pocos horas después de su muerte, el Papa Benedicto XVI da las “gracias” a Dios por haberle dado vida y, aparte, pide “perdón a todos aquellos a los que le haya hecho daño de cualquier manera”.
Escrito el 29 de agosto de 2006 y publicado hasta ahora por la oficina de Prensa de la Santa Sede, Benedicto XVI dice de entrada en su testamento:
“Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás y repaso las décadas por las que he pasado, veo en primer lugar cuántas razones tengo para dar gracias. En primer lugar, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me dio la vida y me guió en diversos momentos de confusión”.
Agrega que Dios “siempre me levantó cuando empecé a resbalar y siempre me devolvió la luz de su semblante. En retrospectiva veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y fatigosos de este camino fueron para mi salvación, y que fue en ellos donde Él me guió bien”.
Igualmente, Ratzinger da las gracias a sus “padres” que le dieron “la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor me prepararon un magnifico hogar”.
Y agradece sobre todo “la profunda devoción y la gran bondad” de su madre. Lo mismo a su hermana, “que me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado”. Mientras que su hermano le agradece por haberlo apoyado “con la lucidez de sus juicios, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón”.
También agradece a sus “colaboradores”, “profesores” y “alumnos” que tuvo en las diferentes “etapas de mi camino”.
Respecto a su país natal, Alemania, dice en su testamento: “Quiero dar gracias al Señor por mi hermosa patria en los pre-alpes bávaros, en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo”.
Y añade:
“Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y os ruego, queridos compatriotas: no os dejéis apartar de la fe”.
Y así como agradece a su familia y a sus colaboradores y compañeros, Benedicto XVI también pide “perdón” a las personas a quienes hizo daño. Dice al respecto: “A todos aquellos a los que he hecho daño de alguna manera, les pido perdón de corazón”.
Después aborda el controvertido tema de la relación entre la ciencia y la fe, descartando que las “ciencias naturales” y la “investigación histórica” estén “en contradicción con la fe católica”.
Agrega:
“He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he podido comprobar cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas sólo aparentemente pertenecientes a la ciencia”.
Como teólogo, señala que “he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles, demostrando ser meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.); la generación existencialista (Bultmann, etc.); la generación marxista”.
Después de toda “la maraña de hipótesis” que plantearon estas corrientes de pensamiento, dice Benedicto XVI, “vuelve a surgir lo razonable de la fe”, comprobando así que “Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo”.
Finalmente, el Papa emérito –quien murió a los 95 años de edad– concluyó su testamento espiritual con la siguiente petición:
“Por último, pido humildemente rezad por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados e insuficiencias, me reciba en las moradas eternas”.
Con información de: Proceso