“Trabajo mata grilla”, dice una frase muy aplicada para la ocasión.
No por nada aguantó de todo en su cargo como secretaria de Energía; no iba a ser fácil estar en un cargo que, de entrada, era de dominio machista, de ambiente misógino.
Y ahí aguantó la ingeniera, porque de esto se trata: aguantar vara, luchar. “Resiliencia”, dirían los intelectuales, aprendida de quien buscó la oportunidad durante décadas para llegar a la Presidencia de la República: Andrés Manuel López Obrador.
Las maledicencias del fuego dizque amigo, que le echaron encima a la jauría de seudocomunicadores de café y celular sin medio real, fanáticos de redes sociales, mantas anónimas, mensajes al celular y otras muestras de desesperación, fueron aniquiladas con los resultados de una gira estatal que sólo fue cancelada por el desastre del huracán Otis en Guerrero.
Al interior de su equipo lo saben: hubo días en que llegó a tener cuatro eventos y todos con gran capacidad de convocatoria, reuniendo a militancia, representantes populares, empresarios y simpatizantes.
A muchos les duele, le cala, les encabrona, pero la ruta de Rocío Nahle hacia la gubernatura va, hasta el momento, sin obstáculos reales.
No se debe tampoco dejar de lado que hay visibles operadores apoyando en la causa, como Zenyazen Escobar, el ex secre de Educación, quien ha mostrado simpatía hacia Nahle aún siendo uno de los contendientes para buscar también la coordinación de los Comités de Defensa de la 4T en Veracruz.
Otro operador clave (aunque ausente por un acuerdo, mantiene constante comunicación con la ingeniera) en las giras de Nahle ha sido el diputado local Juan Javier Gómez Cazarín, presidente de la Junta de Coordinación Política por segunda vez consecutiva.
Al vato se le ha visto desde hace rato haciendo pública su simpatía hacía Rocío Nahle, y también ha entendido los distintos momentos de eso que llaman “timing político”. Por algo es presidente de la Junta de Coordinación Política por segunda vez consecutiva y es de los hombres fuertes de la Cuarta Transformeishion en el Veracruz que gobierna el inge Cuitláhuac: sabe acordar, conciliar, reconocer liderazgos y cuando compartir el pastel.
Con Cazarín a la cabeza, se percibe en las filas de Rocío Nahle a todo un equipo de operadores con un mecanismo de precisión fogueado en todos los procesos electorales desde el 2018 (incluso desde antes).
Coordinándose con Cazarín, por ejemplo, están los líderes del Partido Verde y del PT, Marcelo Ruiz y Ramón Díaz, respectivamente. Un auténtico trabuco político.
Hoy todo indica que la causa de Rocío Nahle ha cruzado un punto de no retorno. Y que la diferencia que desde hace cinco años la separa de sus remotos competidores hoy es técnica, política y humanamente irremontable.
Sin rebajarse a dimes y diretes, sin perder la compostura, sin dejarse robar la sonrisa, Rocío Nahle ha tejido fino, se ha consolidado y avanza con rumbo sólido hacia su objetivo.
El tiempo le dio la razón de actuar así. Las campañas “negras” no le hicieron ni un rasguño y, al contrario, se habla de que creció más en las preferencias.
Lo dicho, Rocío ya ganó… y de calle.