¿Impagable, la deuda con los municipios?

Entre los reclamos de los alcaldes priistas que, de la deuda del gobierno estatal por no transferir los recursos federales que les correspondían, buscan rescatar de lo perdido lo que aparezca, y la beligerante posición del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares quien no se tienta el corazón para calificarlos de ignorantes y desvergonzados, porque según aclaró este lunes la reestructuración de la deuda no es para obtener recursos frescos sino para mejorar las condiciones de pago, las cosas empiezan a mostrar un diferendo político que se irá profundizando conforme avancen los días y se acerque la elección municipal.
Es cierto que, una vez ganada la elección de junio pasado, cuando Javier Duarte de Ochoa ya se había pelado –junto con su honradísima esposa Karime–, y Flavino Ríos Alvarado hacía el mayor ridículo político como gobernador interino, las huestes pan-perredistas tomaron el Palacio de Gobierno y, luego, la Casa Veracruz (que ni se vende ni se utiliza), con el férreo propósito de obligar a la Sefiplan a entregar los recursos federales retenidos por el gobierno duartista.
El espectáculo político permitió incluso el lucimiento tanto del casi estadounidense dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortés, quien se tomó fotografías en pijama, bajo populares cobijas y sobre una colchoneta en el piso de Palacio de Gobierno, y del alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, quien se erigió en líder de la asonada municipalista de la oposición, mientras del lado del PRI, el alcalde xalapeño Américo Zúñiga Martínez encabezaba a ese sector que también sufría los estragos de la licuadora.
Hoy las cosas siguen igual, aunque en el gobierno estatal ha habido cambio de personajes. El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares ha tenido que analizar la grave situación financiera que ha colapsado (como fue la intención del delincuente cordobés y la damita chiapaneca, prófugos de la justicia) la capacidad de respuesta del gobierno veracruzano en materia de dineros, y eso lo ha llevado a tomar la dura decisión de olvidar que la institución que ahora representan tiene una deuda que debe cubrir a los ayuntamientos de todos los tintes políticos.
Su gobierno no solo se ha estrenado en un limbo financiero (que obligó a que los nuevos funcionarios no cobraran a tiempo sus emolumentos y mucho menos pudieran llevar a cabo acciones inherentes a su responsabilidad), sino también en un limbo jurídico que en algún momento se debe resolver: ¿en qué circunstancia quedarán los ayuntamientos a los que el gobierno federal les destinó recursos pero no los ejercieron porque nunca llegaron a sus cuentas bancarias? ¿El gobierno federal pasará por alto exigir la comprobación de su ejercicio porque ya sabe que se los llevó Duarte?
 
Reclamos, ¿una bandera para la elección municipal?
 
Independientemente de cualquier consideración financiera de la coyuntura, lo cierto es que la lucha por los recursos adeudados a prácticamente todos los ayuntamientos veracruzanos se ha convertido en una bandera, de uno y otro lado, para ser aprovechada en la contienda municipal que se avecina.
Mientras el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares acusa a los munícipes priistas de actuar con desvergüenza por exigir a su gobierno lo que no tuvieron la entereza de exigir a quien realmente les robó en despoblado, los ayuntamientos gobernados por el PRI y sus aliados han buscado por todas las instancias (ya se reunieron con el delegado de la Secretaría de Gobernación y han tratado de hacerlo con la titular de la Sefiplan, Clementina Guerrero) establecer acuerdos para recuperar una parte de lo perdido, mientras que los del PAN y el PRD ya olvidaron reclamar lo que les llevó a hacerle la vida de cuadritos al chino Ríos.
En efecto, los alcaldes panistas y perredistas han preferido hacer mutis de su demanda, que se hizo notoria a nivel nacional en noviembre pasado. La duda sembrada es si el gobierno yunista ha transferido los recursos reclamados a esos ayuntamientos, dejando fuera de la jugada a los priistas, o simplemente ha logrado negociar que no hagan ruido a un gobierno estatal emergido de ambos partidos.
Por lo pronto, entre los priistas, que se enfrentan a la elección municipal con mayor riesgo de derrota en su historia, hay la sensación de que no hay voluntad de diálogo en el gobierno estatal para analizar la manera en que pueden enfrentar una situación que mantiene sin obra a los habitantes de sus demarcaciones. Para colmo, sigue la historia de un gobierno estatal que no puede emprender ningún programa importante de obra pública por falta de recursos, como ocurrió en el gobierno duartista, aunque ese caso fue porque se robaron hasta los jabones y las bancas de los parques.
Por lo pronto, ya van dos ocasiones en que se ha debido postergar una reunión con la titular de la Sefiplan (25 de enero y 15 de febrero) y aunque las baterías se enfocan contra Clementina Guerrero, lo cierto es que es la que menos responsabilidad tiene. Su asistencia o inasistencia a reuniones con los alcaldes de un partido distintos al de los que gobiernan es una decisión que es tomada por el mismísimo gobernador Miguel Ángel Yunes.
Mientras tanto, queda claro que todo mundo busca adelantarse a los tiempos oficiales, y se ven dados cargados incluso dentro de los mismos partidos en el poder, que se han repartido la geografía según sus supuestas hegemonías.
 
Cumplió 60 años la Editorial de la UV
 
El 20 de febrero de 1957 inició labores el Departamento Editorial de la Universidad Veracruzana (UV) y la revista La Palabra y el Hombre, en un edificio ubicado en el número 55 de la calle de Juárez, en el centro deXalapa. En ese lugar se conmemoraron los 60 años de labor ininterrumpida de una de las instancias que la rectora Sara Ladrón de Guevara describió como una de las más “emblemáticas” y “representativas” de la institución.
En la ceremonia realizada este lunes 20 de febrero, se develó en ese edificio una placa con la frase: “Somos nuestro lenguaje, estamos hechos de palabras; las palabras son condición de nuestro ser y su único testimonio”, cuyo autor es Fernando Salmerón y fue publicada en la edición número 1 de La Palabra y el Hombre.
En la ceremonia se entregaron reconocimientos por servicio y colaboración ininterrumpida a Patricia Maldonado, Alberto Tovalín Ahumada y Angélica María Guerra Dauzón, por 20 años; Jesús Ezequiel Rodríguez Moreno, por 25 años; Silvia Sosa Sánchez, por 26 años; María Lilia Calatayud Duhalt, por 35 años; Oscar Rafael Ochoa López, por 30 años; Israel Acosta Guevara, por 32 años, y Marco Tulio Aguilera Garramuño y Magdalena Cabrera Hernández, por 36 años.
También se otorgaron reconocimientos especiales a Mario Muñoz por 40 años de colaboración con la Editorial, pues actualmente es director de La Palabra y el Hombre; a la revista Tramoya, por su aportación durante 42 años, y el Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias, por hacer lo propio durante 41 años. Estuvieron presentes la viuda del escritor Sergio Galindo, Ángela González, así como los exdirectores de la Editorial Agustín del Moral Tejeda y José Luis Rivas.
 

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