Periodistas y delincuentes: ¿relación de complicidad?, columna Hora Libre, por Álvaro Belin

Hace seis años, cumplido el primer semestre de un gobierno que a la postre sería terrorífico para miles de veracruzanos y para los comunicadores, comenzaba una ola de crímenes en contra de periodistas cuyas investigaciones difícilmente pueden hoy ser calificadas de satisfactorias y que, para colmo, fueron señalados con el estigma de haber sido producto de ajustes de cuentas por parte del crimen organizado.
En efecto, el 1 de junio de 2011, con el asesinato del reportero Noel López Olguín en Jáltipan, se abría la cuenta de un rosario de crímenes contra los colegas del gremio. Ese mismo mes se daría una verdadera razzia contra periodistas,  buena parte de ellos trabajadores del periódico Notiver: Miguel Ángel López Velasco (Milo Vera), junto con su hijo fotógrafo Misael López Solana y su esposa, fueron sacrificados en su propio domicilio la madrugada del 20 de junio; Yolanda Ordaz, quien osó cuestionar la falta de resultados en la investigación sobre el múltiple homicidio, apareció asesinada el 28 de junio.
Los periodistas de Notiver masacrados, gracias a los oficios de Javier Duarte de Ochoa y de la actual presa Gina Domínguez Colío, no solo serían víctimas de una muerte cruel por parte de sus verdugos: también cargarían en la tumba con el señalamiento de haber sido colaboradores del crimen organizado, en una temporada de caza en que –como hoy– se disputaban la plaza varias bandas criminales.
A ellos les siguieron Regina Martínez (abril de 2012), Guillermo Luna, Gabriel Huge y Esteban Rodríguez (mayo de 2012); Víctor Manuel Báez Chino (junio de 2012), Gregorio Jiménez (febrero de 2014), Moisés Sánchez (enero de 2015), Armando Saldaña (mayo de 2015), Juan Mendoza Delgado (julio de 2015), Rubén Espinosa (agosto de 2015), Anabel Flores (febrero de 2016), Manuel Torres (mayo de 2016) y Pedro Tamayo (julio de 2016).
Lo destaco por las incriminaciones hechas por el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares contra tres periodistas de la conurbación Veracruz-Boca del Río, y de un medio de comunicación, a quienes señaló (sin nombrarlos) como colaboradores del crimen organizado.
¿Acertado o irresponsable?
En la conferencia de prensa ofrecida al término de la reunión 30 del Grupo de Coordinación Veracruz, Yunes Linares dijo que su gobierno investiga a fondo a tres trabajadores de los medios de comunicación de la zona Veracruz-Boca del Río, ya que supuestamente brindan información al crimen organizado, y advirtió que su administración no permitirá que sujetos que se amparan con credenciales de periodistas colaboren con la delincuencia organizada.
“No vamos a permitir, de ninguna forma, que escudándose en la calidad de periodistas sigan colaborando algunos individuos con la delincuencia organizada; lo digo con toda claridad, los periodistas no son delincuentes pero hay personas, delincuentes que, escudándose en credenciales de periodistas, colaboran con la delincuencia organizada”.
Esa fue, literalmente, su tajante aseveración. Añadió que se analiza esta participación con profundidad y seriedad y consideró que el medio de comunicación para el cual laboran las tres personas intentó desviar la atención de la recompensa que se ofreció para localizar a los responsables del asesinato del comisario de la Policía Federal, Juan Camilo Castagné Velasco.
¿Qué esperaríamos los veracruzanos en general y los periodistas en particular? Que se actúe conforme a derecho y lo más pronto posible: si hay colegas que se han prestado a colaborar con las bandas criminales, incluso un medio de comunicación, lo mejor que se puede hacer es que sean liberadas órdenes de aprehensión tanto contra los tres reporteros en capilla como contra el dueño del medio que ha buscado entorpecer las acciones de los cuerpos de seguridad estatales y federales.
De lo contrario, si la acción no se realiza de inmediato, Yunes Linares estaría cubriendo con un manto de duda y sospecha a todo el gremio periodístico de esa zona de Veracruz y, por otra parte, también estaría llamando a una verdadera masacre contra periodistas por parte del crimen organizado, sea porque directamente colaboren con él (y no quieran que en una investigación estos revelen sus contactos) o contra quienes hayan sido obligados a adoptar ciertos comportamientos bajo amenaza para borrar huellas o indicios.
¿Quiere Yunes sacudir el árbol como Duarte?
El primero de julio de 2015, Javier Duarte hizo un pronunciamiento parecido en Poza Rica. Dos años después, casi en la misma fecha (ahora fue el 2 de julio), el gobernador que prometió acabar con los abusos de Duarte ha vuelto a pronunciar una catilinaria similar.
“Pórtense bien, todos sabemos quiénes andan en malos pasos, todos sabemos quiénes tienen vínculos y quiénes están metidos con el hampa”, dijo entonces Javier Duarte a periodistas locales de Poza Rica con quienes se había reunido, convencido por el vocero Alberto Silva Ramos, para celebrar tardíamente el Día de la Libertad de Expresión. “No se metan en ese tema”.
Aunque no hizo absolutamente nada al respecto y solo puso en alerta a los grupos criminales, Duarte pontificó: “Vamos a sacudir el árbol y se van a caer muchas manzanas podridas. Yo espero, verdaderamente se los digo de corazón, que ningún trabajador de los medios de comunicación se vea afectado por esta situación”, y advirtió: “vienen tiempos difíciles” que sólo afectarán a los reporteros que “tienen una vinculación con grupos criminales”.
Y añadió, como hoy se pregona tangencialmente: “No hay que confundir libertad de expresión con representar la expresión de los delincuentes a través de los medios”, porque los criminales son “gente que no tiene corazón, no tiene alma, son como animales”.
Y concluyó su misa con la siguiente frase: “Pórtense bien, háganlo por ustedes pero también por mí, porque si algo les pasa a ustedes al que crucifican es a mí”.
¿Quiénes serán ahora los crucificados?
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