No sé hasta cuándo el efecto Bronco siga teniendo ese imán que lo hizo atractivo no sólo para los vecinos de Nuevo León, sino para el resto del país, que vieron en Jaime Rodríguez Calderón, una esperanza democrática… aunque me llena de intriga cómo es que lo vean dos veracruzanos que, de un modo u otro, en los últimos días, han tenido acercamientos con él: Héctor Yunes Landa y Gerardo Buganza.
II
En el caso de Héctor Yunes Landa, hace unos días, en Guadalajara, Jalisco, durante una ceremonia con los amigos de la iglesia de La Luz del Mundo, tuvo oportunidad de reencontrarse con él.
Se dice “reencontrarse”, porque no tenía ni un mes que igual tuvo una reunión con él. El acercamiento obedece a empatías, pues hay que recordar que el pasado de El Bronco está ligado al PRI, donde alguna vez militó y por ende, conoció a Héctor Yunes, que de un modo u otro, es a su manera, un Bronco.
III
No me crean, pero dicen que los Yunes (los de Soledad de Doblado), son broncudos.
Hace unas semanas, platicando con un señor, de cuyo nombre no logro acordarme, me contaba la siguiente anécdota:
“Era niño. Mis padres me habían dado unos centavitos extra y por fin pude comprarme unos chicharrones. Entonces, se me acercó otro niño y a la vez que echaba arena a mi comida, decía: quesito para los chicharrones. Por supuesto, nos agarramos a trancazos”…
–¿Quién ganó?
–Pues no creo que alguien haya ganado… los dos nos pegamos… el caso es que al tiempo, yo llegué a ser delegado de Tránsito y cuando llega el gobernador Patricio Chirinos Calero, el secretario de Gobierno de inmediato dio orden para que me corrieran… así perdí mi empleo.
IV
Como ven, desde chiquitos, los Yunes eran canijillos… bueno, ¿qué niño no lo fue? Y si citamos a Miguel Ángel Yunes Linares es porque hay muchos que consideran que puede ser el candidato a la Gubernatura de dos años por el PAN… en lo particular, no lo creo.
Lo que sí es cierto, es que el apellido Yunes, allá por el sexenio de Acosta Lagunes, ya tenía mala fama. Y si no, que lo diga el mismo Héctor, que cuando Ignacio Morales Lechuga lo propone como dirigente del sector juvenil de Veracruz, el Gobernador le dijo que no.
–¿Por qué?– le preguntó Ignacio Morales Lechuga…
–¡Porque es un Yunes!– algún pleito se echó su primo, Miguel Ángel, con el Gobernador…
–Pero él es distinto– le dijo Morales Lechuga…
–No importa, ¡hazme una terna!
Y así lo hizo Morales Lechuga, le pasó una terna con los siguientes nombres:
a.- Héctor Yunes Landa
b.- Héctor Yunes Landa
c.- Héctor Yunes Landa
–¡Es el mismo!– le respondió el Gobernador.
–Es por la única persona que respondo, si usted gusta poner otro, con gusto lo tomo en cuenta…
Y al final, lo convenció Morales Lechuga, y el dirigente juvenil fue Héctor, aun cuando fuera un Yunes.
V
El que salió también Bronco, aunque no lo pareciera, fue Gerardo Buganza. Y no tanto porque se haya reunido con Jaime Rodríguez Calderón para contarle su experiencia que lo llevó al triunfo como candidato independiente al Gobierno de Nuevo León, sino porque se “enbronconó” con El Noreste de Poza Rica y con una revista que se llama algo así como Newsweek que cuando la vi con la portada de Buganza con su cara manipulada por photoshop, creo que se equivocaron de nombre de la revista, a menos que sea franquicia de “Mad” o de alguna otra de corte satírico.
Buganza cita que publicaron en sendos medios de información infundios, “cuyo director ha usado su posición para convertirse en constructor y promotor de empresas constructoras que durante los últimos años defraudaron al Gobierno del Estado”. Buganza ha de tener los pelos de la burra en la mano y por eso no sólo anuncia que balconeará al dueño de estos medios haciendo pública la denuncia penal que en su momento, como funcionario estatal, presentó sobre estos hechos, sino que “sus difamaciones periodísticas” también las atenderá puntualmente.
¡Le salió lo Bronco a Buganza!
De Puño y Letra, hoy, en El Ágora
Este día, en el Ágora de la Ciudad, a las 19:00 horas, Luis Arturo Ramos presentará su novela “De Puño y Letra”, teniendo como presentadores a la Directora de la Facultad de Letras de la UV, Guadalupe Flores; a mi maestro consentido (no por llevar el mismo apellido), Mario Muñoz y a Itzel Guevara.
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