«Facultado para chingar», por Salvador Muñoz, columna Los Políticos

«Facultado para chingar», por Salvador Muñoz, columna Los Políticos

La imagen de un joven con un niño es posterior al imperativo de la Mujer con celular en mano: “¡Mira!” Me dice conocerlo y la información al lado pide que si se sabe algo de ambos, reportemos a equis celular.  Hacemos varias hipótesis pero al final concluimos en un deseo: “Ojalá estén bien”.
Recuerdo entonces que hace unos días, en nota difundida por el amigo Hugo Cruz Ojeda,  reportó la desaparición un joven de quince años que llegó a la escuela, pero no entró al Centro Educativo Siglo XXI Las Animas. El carro en el que llegó el adolescente quedó estacionado cerca de la escuela y sólo hallaron la unidad.
II
En plática con amigo, nos decía que él tenía en claro dos cosas: que si a él lo “levantaban”, la instrucción a su familia es no dar un centavo… él está listo en esa circunstancia; aunque también tiene en claro que si hay lugar para su defensa y evitar que se lo lleven, está dispuesto a “echarse” a los delincuentes, o como marca la pauta del nuevo sistema de justicia penal… “presuntos delincuentes”.
En cierta ocasión, escuchaba a un vecino que él le rompería los huesos a quien intentara robarle, bajo una tesis simple: en defensa de su patrimonio.
Los linchamientos a delincuentes por parte de la “justicia comunitaria” se extienden por las redes sociales aunque creo que aún no hay riesgo de que el Estado pierda su “monopolio de la fuerza” o de la “seguridad pública”… los linchamientos siguen (a)pareciendo “hechos aislados”…
Lo que sí es cierto, es que vivimos en una sociedad que tiene los nervios crispados.
III
Algunos padres de familia de estudiantes del Centro Educativo Siglo XXI externaron su preocupación después de enterarse del caso del joven de 15 años (de quien ya no supimos en qué estatus está: si como aparecido o desaparecido)… Es comprensible; cualquier padre teme por la seguridad de sus hijos. Aunque realmente lo que me preocupa es esa actitud que la sociedad está tomando con respecto a la inseguridad. Ya vamos más allá de la prevención, de medidas de resguardo, de protección, de protocolos familiares… ahora ya se piensa en la ofensiva.
Por eso, algunos padres piensan en tomar medidas drásticas en donde comentan, que si el Estado no les da garantías de seguridad para sus hijos, ellos, los padres, han de actuar entonces en consecuencia.
Lo más simple que uno pudiera pensar por ser habitual, para los que pueden contar con la solvencia económica para hacerlo, es ponerle a sus hijos “personal de seguridad” (guardaespaldas, pues), bajo los riesgos que implica a veces el que estos empleados cumplan su labor…
IV
Hoy por hoy, joden a la pobre señora que no trae más que 50 pesos en su monedero; joden al estudiante robándole su celular; joden a la joven que en su bolso lleva más que dinero… identidad, tarjetas, INE, etcétera; joden al señor que sale de trabajar y se dirige a su casa como al buen Poncho Vázquez Cuevas; joden ya a la clase media alta ¡y hasta a los de la alta!… bueno, a los que casi los delincuentes no joden son a nuestros políticos, como si hubiera un pacto tácito, sobreentendido: ¡entre iguales no nos chingamos!… pero la lacra social parece estar empeñada en lastimar a quienes menos tienen o se friegan realmente por llevar un pan a su casa, y cuando el jodido jode al jodido, que además es jodido por “los de arriba”, el tejido social empieza a descomponerse… y las consecuencias pueden ser muy graves si el Estado no pone pronto un alto porque legalmente, el único autorizado para chingar al pueblo es el Estado.
* La posdata ante tanta mala noticia, es que por la tarde nos reportaban que el joven con su hijo ya habían aparecido sanos y salvos, aunque desconocíamos pormenores de su súbita “ausencia” y al final, realmente eran lo menos importante. ¡Lo bueno es que estaban bien!
* Otra posdata en la que autoridades municipales del Puerto hicieron caso omiso: reportan que los sábados y domingos, en el Puerto jarocho, un niño de escasos nueve años, llega al bulevar Ávila Camacho, a un costado de la agencia Audi, la que está en esquina 16 de Septiembre, a hacerla de franelero. Lo raro del asunto es que, a prudente distancia, un adulto lo vigila con cara de pocos amigos. ¡Vamos! En nuestro mundo real, no nos espantamos de que muchos de nuestros niños ayuden a llevar sustento al hogar, pero el hecho de que el adulto nomás esté viendo mientras el chaval trabaja, suena más a explotación infantil. El caso fue reportado al DIF municipal de Poo Gil, pero quien atendió al teléfono dijo que no estaba dentro de su “jurisdicción” y por lo tanto, se negó a levantar la queja…
smcainito@gmail.com

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