La deuda

La deuda

Me pregunta un amigo al que no le interesa la política (o más bien sus políticos) ni la economía, que si en verdad Veracruz está en quiebra, porque ve las manifestaciones de los músicos, de los piñeros, de los maestros, de los pensionados…
Uno que es Docto en ninguna materia con Maestría en cuentos, sí, de la misma Universidad que deben haber cursado nuestros políticos, se lo explica con bolitas y palitos de la siguiente forma:
SM–Mira, recuerdas a la señora que llega a tu departamento…– le pregunto…
Amigo–Sí, doña Celia… la que hace la limpieza del contenedor de basura…
SM–¡Exacto! Ella siempre llega con una sonrisa amplia, para pedirte la “cooperación”… la señora siempre es puntual tanto para hacer su trabajo como para cada sábado, pasar a cobrar. Pero resulta que ese día, estás al final de la quincena y hasta el lunes cobras… en pocas palabras, no tienes dinero para pasarle sus 20 pesitos reglamentarios. La señora te dice que pasa el martes, pero ya perdió la sonrisa.
A–Sí, así es…
SM–Bueno, realmente no estás en quiebra, simplemente no tienes liquidez… ¿de acuerdo?
A–De acuerdo
SM–El lunes, tras cobrar la quincena y llegar a casa, te pasa “por báscula” tu esposa… te revisa hasta los cal…cetines y entonces procede: “hay que pagar el agua, porque si no, Carlitos Hernández manda a cortártela ¡y además, te quita el agua!”; te manda a pagar el servicio de Cable, y el de luz; van por la despensa, cubren lo pendiente del celular con todo e internet; al final del día, sólo les sobran 10 pesos… cubrieron lo que creen es prioritario… ¿de acuerdo?
A–Pues sí, de acuerdo…
SM–El martes, a punto de salir de la casa, ves por el “ojo biónico” de la puerta, ¡y ahí está la señora que limpia el contenedor de Basura! ¡Chin! Sales y le dices que nomás tienes diez pesos… “¿y mis 20 pesos, qué?”, te responde apostándose en la puerta sin permitirte continuar tu camino… en política eso sería una manifestación.
A–Entiendo…
SM–Pero no sólo eso, la discusión por sus 20 pesos llega a los vecinos de arriba y de abajo que se asoman y entonces, te recuerda el de arriba, que debes la cuota por la vigilancia del edificio; el de abajo te dice que tienes pendiente devolverle sus tijeras y de repente, ya se hizo una torre de Babel… total que le dices que mañana, sin falta, le pagas sus diez pesos restantes… es manifestación con bloqueo y con un acuerdo previo… ah, y hasta con la intervención de los medios, que son bien chismosos…
A–Entiendo…
SM–Sales y vas pensando en cómo conseguir los 10 pesos restantes… ¿y si vendes tu Wii? ¿o la cama del gato (total que el cabrón duerme donde se le da la gana)? ¿O la pinche pantallota que se ve del nabo porque la señal del cable está igual de jodida?
A–¡No! ¡Ni mi Wii ni mi tele gigante! mejor vendo la casa del gato…
SM–Está bien  pero nada más te dan 1 peso y te cobran dos por la desinfectada de pulgas… ¿qué piensas? Ni modo… tienes que pedir un préstamo… vas con tu jefe… te dice que le debes ya mucha lana… ahí está la deuda y la reestructuración.
A–Sí… más o menos entiendo…
SM–Entonces reestructuras la deuda sólo que esos 100 pesos que le debes, en lugar de pagarlos en diez meses como habían acordado, los pagarás en 20 pero como es buena onda, no tocará la tasa de interés… Aceptas, y además de los 100 pesos que debes, te endeudas con otros 100 que has de pagar en 20 meses aunque cada mes, pagues cierto interés…
A–¡Pinches agiotistas!
SM–¡Ah! por si fuera poco, tu jefe te pide que cubras el turno de Fulano, porque se fue de vacaciones… ¿cómo negarte? Y durante quince días, trabajarás doble turno… Llegas a la casa y esperando que esa noche le toque cenar a Pancho, orgulloso, entregas a tu esposa los 90 pesos restantes… “¡Umta! No nos va a alcanzar… estamos endeudados”, te dice la señora… Tú claro, respingas: “¡Qué! ¡Cómo que endeudados! Si todos los días me chingo bonito, trabajo doble, los fines de semana me voy a vender tamales… ¿y me dices que estamos endeudados? ¡Explícame!” Eso podría catalogarse como una Auditoría o arqueo…
A–¡Vale!
SM–La señora empieza a contarte: “Bueno… los niños acaban de entrar a la escuela, les compré zapatos, útiles, computadoras, uniformes…”
A–Eso lo entiendo… pero no alcanzo a comprender la deuda…
SM–¡Ah! ¿Pues de dónde imaginas que sale para preparar los bisteces de res que tanto te gustan, tu jugo fresco de naranja, tu pan recién horneado, tu quesito de bola y la longaniza de Las Trancas; o tu vinito o coñac; o tus camisas finas y tus pantalones a la medida… tus zapatos Prada o tus lociones caras?
A–Oye, pero yo no veo que me gaste en mí todo eso…
SM–Exacto, es cuando sabemos que gastamos mucho pero no vemos obras… por eso, tu esposa te dice: “No, mi vida, realmente tú no te gastas eso… todo eso me lo fía el carnicero, el panadero, el quesero, el del ultramarinos y el gerente de Liverpool, pero para que me fíen, debo vestir bonito y guardar bien mi figura que sólo es posible yendo al Gym, comprando mis productos naturales, con masajes reductores y todos los días, visitando el salón de belleza… ¡por eso estamos endeudados!”… ¿le entendiste?
A–Pues no tanto pero sabes qué, voy a pedirle el divorcio a esa pinche vieja…
SM–¡Ah, bueno! eso se llama desencanto… es cuando ya no le crees a quien maneja tus dineros: ¡a tu gobierno

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