En México se han incrementado los casos de agresión o discriminación contra personal médico que lucha contra pandemia de COVID-19
Andrés se dirigía hacia su trabajo a como médico residente en el hospital Balbuena cuando notó que algo no iba bien. Como siempre, se subió en la combi en dirección a San Lázaro. Ya en el interior percibió que, a su alrededor, un grupo de mujeres cuchicheaba entre sí. Hablaban de él. Y no amistosamente.
Primero le invitaron a bajarse del transporte, argumentando que “podía contagiarlas”.
“Bájese, nos va a contagiar a todas”, le dijeron.
La situación se tensó rápidamente.
“Una de ellas me empezó a jalonear y yo solicité mi parada para evitar altercados. Prácticamente me bajaron de la combi”, dice Andrés, que prefiere no dar su verdadero nombre para evitar problemas.
“Es triste y se siente frustración. Después de aquel día nos enteramos de que otros compañeros estaban siendo discriminados, que no les rentaban casas o que los bajaban del autobús”, explica.
“No sé qué creen que ganan con agredirnos. Nosotros somos los que les vamos a curar”, se queja.
Desde aquel día, el hospital les dio una instrucción: ir a trabajar “vestidos de civil” para evitar agresiones.
En medio de la pandemia, la bata blanca es símbolo de admiración en buenas partes del mundo. Son la resistencia contra el virus, las mujeres y hombres que, con medios escasos, se enfrentan al virus todos los días. En Estados Unidos, Italia o España, miles de ciudadanos muestran su apoyo al personal sanitario con aplausos colectivos desde sus balcones, ya que no pueden salir de casa debido al confinamiento.
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En México, sin embargo, se han incrementado las agresiones. Llevar el uniforme blanco puede ser motivo para que te bajen de un transporte público o te impidan el paso a un establecimiento comercial. Hay miedo al contagio y los sanitarios corren el riesgo de ser estigmatizados. Aunque, al menos por ahora, hay más casos denunciados en medios y redes sociales que en las instituciones.
“Miedo, desinformación y desconfianza”
En el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) hay registro únicamente de dos quejas sobre temas relacionados a exclusión de sanitarios a causa de la pandemia.
Se trata de una enfermera de Puebla que denunció que no le habían permitido acceder al transporte público y otra sanitaria quejosa de sus propios compañeros que le habían discriminado porque ella era la que atendía a las personas enfermas de COVID-19.
Son pocas denuncias en relación al total de 86 quejas que la institución tiene registradas en relación a la pandemia. La mayor parte de las reclamaciones son por obligar a trabajar a personas en condición de riesgo por tener enfermedades previas, o personas que tuvieron que acudir a su puesto presencial en lugar de quedarse en casa como recomiendan las autoridades sanitarias.
“El miedo, la desinformación y la desconfianza es lo que provoca esto. Las personas piensan que el personal no está suficientemente entrenado para guardar las medidas higiénicas y creen que son objeto de contagio en sí mismo”, dijo Mónica Maccise, titular del Conapred.
Recordó Maccise que este fenómeno se dio con las personas de rasgos asiáticos al inicio de la pandemia, cuando el primer brote tuvo lugar en la provincia china de Wuhan.
“La gente se alejaba y tuvimos información de que les cancelaban los Uber”, dijo.
Ante el miedo al contagio, Maccise explicó que “con las personas con bata blanca lo que tienes que hacer es guardar la sana distancia. No tienes que atacarlo, sino reconocerlo y validarlo”.
“Estas personas son las que van a salvarnos la vida”, dijo. Por ello, hizo un llamado a las víctimas a denunciar estos hechos, recordando que la institución que dirige puede actuar, bien por medio de comunicados o por medio de oficios, para intentar poner fin a las discriminaciones.
De esa sensación de ser observado con sospecha sabe bien Víctor, dueño de un servicio de ambulancias en la Ciudad de México con siete empleados a su cargo.
“Llegas de repente a un comercio y como te ven uniformado y con la ambulancia las personas que están adentro te cierran. Nosotros nos discutimos. La gente está alterada y espantada”, explicó.
Tanto él como sus siete empleados han sufrido estos desplantes y trata de restarles importancia.