A lo mejor las cuentas no me cuadren, pero en lo que va de esta semana, algunos funcionarios del Gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares fueron zarandeados por una u otra razón, por diversos sectores y diferentes circunstancias.
Empecemos por Ana Cristina Ledezma, quien en la pasada Legislatura se pudiera decir que fue una de las diputadas más aguerridas, críticas e incisivas del sistema que gobernaba en ese momento. Hace unos días, fue nombrada secretaria ejecutiva del Sistema y Consejo Estatal de Seguridad Pública. Unos le critican que carezca de cédula; otros le aplauden el valor de aceptarlo.
Me recuerda el caso de Ricardo Landa, cuando iba a ser nombrado dirigente del PRI y cuando se enteró Fidel Herrera que no era “Licenciado”, se molestó pero ya no podía echar marcha atrás, así que le exigió que concluyera su carrera “en la nocturna” (es lugar común… realmente no sé si eso haya dicho, pero de que le exigió terminar la carrera, se lo exigió).
Hay quien dice que eso no era impedimento para ser dirigente del PRI; cierto, pero igual se dice que Fidel Herrera en ese plano, lo exigía… cosa que es claro, a Miguel Ángel Yunes Linares no parece importarle tanto como cumplir pactos, pagar facturas o llenar huecos, lo que da lugar al escarnio tanto de sus funcionarios (como en su momento ocurrió con Rogelio Franco Castán y ahora, a Ana Cristina Ledezma) como de su gobierno.
II
¿Se acuerdan de aquel episodio cuando Javier Duarte de Ochoa es abordado en Orizaba por una madre de hija desaparecida? Fue evidente la ausencia de sensibilidad en el entonces Gobernador para dar respuesta no sólo a la madre, sino a la circunstancia que se daba en ese momento que fue grabado.
Ese suceso me lleva a recordar a Jorge Winckler Ortiz y el trance que le tocó vivir la tarde de ayer con colectivos de búsqueda de personas desaparecidas… al parecer brilló por su ausencia la sensibilidad en el Fiscal General así como espíritu de servicio para atender a las víctimas (creo que es válido el término en estas personas) pero le sobró “servilismo” o “exceso de cordialidad” como para trasladarse a Veracruz y acudir al aeropuerto por Roberto Campa Cifrián y dejar esperando a quien, creo, merece la totalidad de la atención, tanto como por el servidor público estatal como por el funcionario de la secretaría de Gobernación.
Hoy, Winckler pasa como un funcionario frívolo, cosa en la que él mismo ha abonado desde sus comentarios expuestos en Twitter, su “affaire” con la prensa por un grupo de Whatsapp que bien no pudieran tener la mínima importancia, pero que sí ofende el hecho de desatender a un grupo de personas exigiendo justicia a las que tenía literalmente esperando en la calle.
III
Igual se ha criticado a Jaime Téllez Marié, aunque es distinta la circunstancia la que rodea al tema de la inseguridad, aunque en lo particular, le daría el beneficio de la duda. Es más, hasta celebro que junto con el director del Transporte, Rafael Eugenio Escobar Torres, asuman en serio el Programa de Reordenamiento y Regularización del Transporte Público, y más en ese episodio donde Yunes Linares comenta que la intención se bifurca en mejorar el servicio y en contribuir a reducir los actos delictivos en el Estado.
No se pretende generalizar, pero algunos taxis se han visto involucrados en hechos delictivos que van desde “levantones”, robos, saqueos, homicidios, hasta bloqueos, como el que recientemente se suscitó en la avenida 20 de Noviembre en la entrada a la central de autobuses… y eso también es un delito.
Hasta el momento, hay más de 160 procedimientos de revocación de concesiones para todas aquellas unidades que han participado en los sucesos descritos en el párrafo anterior, aunque no deja de preocupar que por un pago de factura, nula experiencia, o la frivolidad de otros funcionarios, el trabajo de una dependencia no obtenga los resultados deseados por la sociedad y por quienes sí quieren hacer el papel de servidores públicos.
Y ojo, es mal augurio que los nuevos funcionarios nos lleven a recordar a Fidel Herrera y Javier Duarte.