*El control de la Cámara de Diputados, la consolidación territorial de Morena o los nuevos liderazgos entre la oposición de cara a las presidenciales son algunos de las interrogantes que despejarán las urnas.
Los resultados de los comicios del 6 de junio dibujarán gran parte de los equilibrios de poder durante la segunda mitad del sexenio de Andrés Manuel López Obrador. México se encamina hacia la contienda electoral más grande de su historia, en la que quedarán elegidos miles de cargos públicos, entre ellos, casi la mitad de los gobernadores y los 500 miembros de la Cámara de Diputados. Tras la arrolladora victoria de 2018, Morena se enfrenta ahora al reto de consolidar la implantación territorial del partido mas allá del tirón electoral de López Obrador, así como revalidar la mayoría en el Congreso, para lo que parece que necesitará esta vez a sus aliados parlamentarios, con el Partido Verde como probable protagonista secundario. Una aritmética que será clave para sacar adelante los reformas de calado pendientes en la recta final del obradorismo y consumar el pretendido giro de tuerca de la llamada Cuarta Transformación.
Todo lo que tiene que saber para votar el 6 de junio
La oposición, por su parte, se juega recuperar la relevancia perdida estos tres primeros años. La inédita alianza de todos —PAN, PRI y PRD— contra Morena medirá sus fuerzas también en la pelea por las gubernaturas de los Estados, el caldo de cultivo natural para el crecimiento de nuevos liderazgos capaces de disputar al futuro sucesor de López Obrador la carrera por las presidenciales de 2024. Todo ello envuelto en un ambiente de polarización y violencia sin precedentes cercanos en el país. Estas son las claves de la contienda.
Nuevos equilibrios en la Cámara
La mayoría absoluta en la cámara baja de Morena —256 de los 500 escaños— le ha permitido estos tres años manejar el proceso legislativo ordinario, en especial la salida de los presupuestos generales y la canalización de fondos a los proyectos de infraestructura, subsidios sociales o la financiación del Ejército. Pero la ambición en estos comicios incluye alcanzar la mayoría cualificada —tres cuartos de la cámara— necesaria para acometer reformas profundas que supongan cambios en la Constitución, como serían una nueva reforma energética, cambios en el Poder Judicial o en la legislación electoral.
El plan de Morena pasa por aprovechar la aritmética de su coalición, Juntos Haremos Historia, para aglutinar una gran mayoría parlamentaria con sus socios. Una vez sorteada la limitación de la sobrepresentación —un margen máximo del 8% entre votos y curules—, el partido oficialista estaría dispuesto a sacrificar la mayoría ordinaria en manos del partido. A cambio, la ambición es lograr la calificada gracias a los curules de representación proporcional vía el Partido Verde y el Partido del Trabajo. De acuerdo con el panorama dibujado por las encuestas, Morena conseguiría su primer objetivo de mantener la mayoría absoluta, aunque dependiendo de sus socios, mientras que más complicada parece la meta de la calificada. Un escenario que implicaría necesariamente la negociación con los partidos de la oposición, un camino apenas explorado durante estos primeros años donde el rodillo parlamentario de Morena ha cumplido como brazo ejecutor de los deseos presidenciales sin apenas debate o negociación en la Cámara.
La consolidación de Morena
Más allá del control de la Cámara, Morena juega otra partida quizá aun más trascendental: su implantación territorial y la consolidación definitiva como partido dominante. El profesor de estudios políticos del CIDE Javier Aparicio marca el umbral en el apoyo en las urnas que obtuvo en 2018. “Si supera el 40% de los votos (la media de las encuestas apunta a ello) será una señal de que la etiqueta de Morena es muy fuerte y puede convertirse en una especie de nuevo partido hegemónico, provocando que más cuadros de otros políticos se unan al proyecto. En estas elecciones está en juego la restauración de un modelo de partido dominante”, apunta en relación a las analogías con los tiempos del PRI hegemónico. La profesora del Colegio de México Soledad Loaeza redobla incluso al apuesta y considera que estas elecciones son “un plebiscito sobre la figura del presidente”.
Con apenas 10 años de vida, creado a imagen y semejanza de López Obrador, la ambiciosa expansión orgánica de Morena se ha nutrido de políticos provenientes del resto de fuerzas políticas y del efecto aglutinador en torno de la figura de su líder. “Hace tres años todo se reducía a estar con López Obrador pero ahora hay una multitud de cargos locales y militantes de Morena que quedaron insatisfechos con el reparto de candidaturas a favor de los socios. Esto puede afectar al frágil equilibro interno dentro del partido”, añade Aparicio.
La contienda del domingo será una prueba de fuego para medir la capacidad y la estabilidad interna de Morena de cara a su crecimiento territorial. La nueva dirección, con Mario Delgado al frente, nació el año pasado de unos tumultuosos comicios que abrieron profundas grietas dentro del partido. Las decisiones tomadas por la cúpula en Estados como San Luis Potosí, donde primero impuso una candidata expriista que ha terminado echándose a un lado para plegarse al aspirante del Partido Verde con el beneplácito de la dirección nacional, levantaron ampollas entre la militancia del partido. Los grupos más críticos están aguardando al resultado de las elecciones antes afilar de nuevo los cuchillos. Las encuestas conceden a Morena la posibilidad de ganar hasta en 7 de las 15 gubernaturas en liza. La estabilidad del partido depende de una rotunda victoria.
Más peso de los aliados electorales
El juego de bloques que representan las alianzas electorales puede abrir la puerta a un mayor peso e influencia de los partidos minoritarios. En especial el Partido Verde, que podría multiplicar por cinco sus escaños. “El verde logró un muy buen arreglo en el convenio de coalición, muchos candidatos del PVEM son impulsados por la plataforma que la población asocia con López Obrador. Habrá gente que no tenga intención de votar por el Verde, pero lo hará de todas formas votando por la coalición Juntos Haremos Historia”, apunta Santiago Rodríguez, director de estudios estratégicos de SIMO, que considera además que “la alianza es sólida y hasta el momento no se ve algún rasgo de que vaya a fracturarse”.
La jugada estratégica no ha contado sin embargo con el beneplácito de amplios sectores del partido. La propia secretaria general, Citlalli Hernández, hizo público el desconcierto de muchos militantes poco después de formalizarse el alianza. El Verde es una polémica formación que en apenas tres décadas de vida ya ha sido socia del PAN y el PRI, y que el año pasado volvió a girar en la rueda ideológica mexicana con su nueva y sorprendente alianza con Morena. “Es un partido abiertamente oportunista al que Morena tendrá que ofrecer algo a cambio. No lo veo como un aliado leal”, señala el académico del CIDE, que apuesta sin embargo como posible de partido bisagra por Movimiento Ciudadano. Pese a no estar alineado en ninguno de los bloques durante estos comicios, y aunque ya ha formado parte de una alianza anterior con el PAN y el PRD, Aparicio subraya que en el pasado también fue un apoyo para López Obrador.
Nuevos liderazgos en la oposición
Los aplastante victoria de Morena en 2018 provocó un aturdimiento general entre la oposición. Tres años después el golpe sigue haciendo mella y estas elecciones pueden ser un palanca para generar nuevos liderazgos. Las previsiones dan al PRI una ligera recuperación en la Cámara tras su peor resultado histórico hace tres años, mientras el PAN mantendría casi la misma representación. “Hasta el momento no se logra vislumbrar a un personaje específico que pueda cargar con el peso de ser el gran opositor. Lo que sí podemos ver es un tema de regionalismo. Si Morena no logra suficientes gubernaturas importantes en el norte, esta región puede volverse en la gran opositora. No sería la primera vez que vientos de cambio político se gestan en esta zona del país”, añade el director de estudios estratégicos de SIMO.
La batalla por Nuevo León, el polo industrial del país, concentra la mayoría de las miradas como semillero para la oposición. Los candidatos de MC, Samuel García y el PRI, Adrián de la Garza, aparecen prácticamente empatados en la encuestas. García, 33 años, se ha convertido en una de las sensaciones de la campaña. Con un marcado discurso regionalista y una estrategia volcada en las redes sociales, ha buscado representar un corte generacional oponiendo la “vieja política” a la espectacularizaicón de una supuesta “nueva política”. En las filas del PAN, las esperanzas se colocan en los candidatos de dos de sus feudos clásicos: Mauricio Kuri, en Querétaro y Maru Campos, en Chihuahua. “Kuri es un empresario y representa el liderazgo clásico conservador, pero Campos podría ser más competitiva porque es mujer y además no es del grupo de poder de la cúpula del partido”, defiende Aparicio.
La carrera hacia 2024
Los equilibrios del poder tanto el Congreso como en los Estados, con un mapa de gobernadores muy plural y atomizado, determinarán las posiciones de salida para la carrera hacia las presidenciales. “Mucha fragmentación podría anticipar unas presidenciales más reñidas de lo que pensábamos. Los candidatos a presidente suelen venir respaldados por coaliciones de gobernadores y esta vez podrían ser de diferentes colores”, señala el académico del CIDE, que apunta también a prestar atención a la recuperación económica y al cierre de la gestión de la pandemia.
Una mejoría en la capital, por ejemplo, impulsará a la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, mientras que una vacunación rápida y efectiva daría puntos al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Son los dos nombres que más suenan en el bando de Morena y, de momento, Sheinbaum cuenta con una ligera ventaja en los sondeos. “Sin duda, el desplome de la Línea 12 del metro ha tenido impactos más duros sobre el canciller, quien hasta ese momento mantenía una buena imagen. La duda que queda es si ese evento quedará como algo coyuntural o si tendrá efectos de largo plazo. Por otro lado al estar tan cercanos estos dos contendientes naturales crecen los peligros de nuevas divisiones internas en el partido”, apunta el director de estudios estratégicos de SIMO.
La academia del Colegio de México Soledad Loza no descarta de cara al asalto presidencial que se puedan producir movimientos dentro de la patronal, que de momento ha avalado implícitamente la alianza opositora del PRI, PAN y PRD. “Los empresarios ya están politizados y es posible que de ahí salgan nuevas liderazgos. Habrá que esperar para ver cómo van a encauzar su participación política, si apoyarán al PAN o crearán su propio partido”.
Fuente / El Pais