Quien vea la renuncia de Arturo Bermúdez Zurita como un triunfo, está en lo cierto… ¡pero un triunfo para el mismo Bermúdez!
En este momento, el ex secretario de Seguridad Pública bien puede irse con su familia a Estados Unidos, ¡claro!, siempre y cuando tenga visa, o a cualquier parte del mundo, sin nada que lo detenga porque, que se sepa, no hay autoridad, sea estatal o federal, que lo impida, basándonos en la presunción de su inocencia, como lo marca la Ley, aunque la percepción social sea totalmente contraria.
Al menos, en lo particular, en sentido opuesto a la decisión del Gobernador de Veracruz, yo no le hubiera aceptado la renuncia a Bermúdez, pues el mismo argumento que da Duarte de Ochoa para hacerlo (“Con el propósito de contribuir al ámbito de transparencia y rendición de cuentas…”), es doblemente válido para pedir que se quedara para responder ante los señalamientos que le imputan a su (ex) funcionario… ya lo dijo Reforma en su edición de ayer, en primera plana: “Exhiben megafortuna de mando de Duarte”.
II
La pregunta es obligada: ¿Quién sigue?, pero no por ello es correcta. La renuncia de cualquier funcionario en este momento, ya sea por señalamiento o por el motivo que guste, se presta más a un acto similar a “abandonar el barco” que a un acto de justicia para un alto porcentaje de veracruzanos que ya calificaron, juzgaron y sentenciaron a la administración duartista.
Es cierto, quizás por allí haya un garbanzo de libra en este universo duartista que no merezca ser lapidado por la tremenda corte social, pero ha de ser condenado con la misma vara a partir del primero de diciembre y estigmatizado por la sospecha de que también pudo haberse enriquecido.
Y en este universo duartista no sólo están los funcionarios del Gabinete, sino también los diputados “Woodlands”, sean federales o estatales, como Adolfo Mota o Edgar Spinoso, que dicho sea de paso, es posible que el segundo pueda justificar las adquisiciones que le endilgan en ese famoso “Libro Negro de la SSP-Veracruz”, porque dicen los que lo conocen, que siempre ha tenido dinero… ¿pero invertir 76 millones y medio en esas residencias?
Ya sin citar a Harry Grappa (con Adolfo Mota y Chava Manzur, son los únicos que sólo tienen una propiedad en el condado de Harris), Pepe Toño Mansur Beltrán (con 19 propiedades… 99 millones 126 mil pesos) y hasta otros… ¡y otras!
III
Dice Javier Duarte que “los bienes que tiene Arturo Bermúdez corresponden a sus ingresos como servidor público y no sobrepasan lo que podría haber adquirido con el sueldo que ha percibido como funcionario estatal a lo largo de 15 años en servicio”.
En una ecuación simple, basada en la hipótesis del Gobernador de Veracruz, se podría entonces realizar la siguiente operación:
Si Bermúdez, de acuerdo al “Libro Negro de la SSP-Veracruz”, invirtió en Woodlands en un periodo de cuatro años 85 millones 137 mil pesos, entonces dividamos esa cantidad entre los quince años de servicio y nos da que por año, desde que era particular de Sergio Maya Alemán, fidelista y ahora duartista, estaría ganando 5 millones 666 pesos cada 12 meses, y a la vez, si tal cantidad la dividimos en 12 meses, estaríamos hablando que Bermúdez cada 30 días ganó 470 mil pesos; eso, pensando en que no gastó en comida, en gasolina, en luz, bueno, en lo que el veracruzano común hace con su quincena… en pocas palabras, Bermúdez tendría razón en expresar a Duarte: “¡No me ayudes, compadre!”
IV
Al final, tanto dinero y tanta inversión de lo que se supone es la punta de un iceberg, da lugar a pensar en algo: ¿No será que alguien encontró en la «lavandería» un negocio redondo?
Y ¡ojo! lavar dinero implica una pregunta más interesante que un “¿Quién sigue?”, sino “¿A quién le lava?”