Las fotos de miles de personas fallecidas por la COVID-19 revistieron este domingo los bancos y las paredes de la catedral de Lima para una misa del Corpus Christi.
Más de 5.000 fotos de personas fallecidas por la COVID-19 revistieron este domingo los bancos y las paredes de la catedral de Lima para una misa del Corpus Christi en homenaje a las víctimas del coronavirus SARS-CoV-2, oficiada por el arzobispo de la capital peruana, Carlos Castillo.
Con la catedral a puerta cerrada, las imágenes de las víctimas mortales de la pandemia fueron los únicos asistentes de esta homilía que fue transmitida por televisión nacional y por redes sociales.
Las fotografías enviadas en los días previos por los familiares de los occisos no solo coparon todos los bancos del principal centro católico de Perú sino que además cubrieron las grandes columnas y muros del templo.
Así estuvieron presentes en este tributo religioso buena parte de los casi 6.500 muertos por la COVID-19 que estaban registrados hasta el sábado en las estadísticas oficiales de Perú, el segundo país de Latinoamérica y el octavo del mundo con más casos confirmados de coronavirus, al acumular más de 225.000 contagiados.
Sin embargo, los registros generales de defunciones marcan que, desde el comienzo de la emergencia a mediados de marzo, hay más de 10.000 muertes sospechosas en Lima. Solo en mayo hubo cuatro veces más fallecidos que lo normal respecto a ese mismo mes en años anteriores.
Durante la misa, que tuvo como lema «Con tu cuerpo, oh Cristo, toca y resucita a nuestros muertos por la pandemia», el arzobispo Carlos Castillo se declaró «grata y profundamente sorprendido por la respuesta de nuestro pueblo» para realizar esta despedida colectiva.
«Nos unimos todos como para clamar por mayor fraternidad y solidaridad en el mundo y para que las familias que nos han pedido que oremos por sus difuntos recuperen la serenidad», dijo Castillo.
Durante el sermón, el arzobispo limeño criticó «un sistema de salud que está basado en el negocio, no en la dignidad y la solidaridad de la gente».
El prelado, cercano a la corriente de la Teología de la Liberación, fue designado por el Papa Francisco en 2019 al frente del Arzobispado de Lima en reemplazo del conservador Juan Luis Cipriani, del Opus Dei.
“Sería terrible que los muertos que vengan no sean por el coronaviris, sino por el hambre”, dijo el prelado tras pedir orar por la memoria de las víctimas en la misa que fue transmitida en directo por la estatal TV Perú. “Se vienen momentos más duros todavía”, alertó en tácita alusión al desempleo en que han caído miles de peruanos por las 13 semanas de confinamiento. El ministerio de Economía estima en dos millones la cifra de desempleados por el cierre de negocios por la pandemia, en un país con 70% de economía informal.
En Perú, las misas con público aún no están permitidas. El gobierno evalúa un protocolo de bioseguridad que presentó en mayo la Conferencia Episcopal para reanudarlas.
A pesar de haber sido el primer país de Latinoamérica en decretar la cuarentena general y obligatoria cuando apenas había registrados 71 casos, Perú ha terminado como uno de los epicentros mundiales de la pandemia.
Si bien el Gobierno asegura que la propagación del virus ya está remitiendo a nivel nacional, las estadísticas oficiales todavía reportan entre 4.000 y 5.000 nuevos contagios al día, lo que hace que Perú esté muy cerca de alcanzar las cifras de contagiados de Italia y España.