El pueblo cansado se revela en Catemaco.

El pueblo cansado se revela en Catemaco.
  • El pueblo cansado se revela en Catemaco.
  • Desaparición de párroco, provoca revueltas y bloqueos.
  • La rumorología invadió la zona de los Tuxtlas.
  • Por horas Catemaco se convirtió en pueblo sin Ley.

San Andrés Tuxtla
Ante los hechos ocurridos el pasado fin de semana en que fue privado de su libertad el presbítero José Luis Sánchez Ruiz, existen varias aristas que deberían analizarse para comprender más lo que está sucediendo no solo en la región sino en la entidad veracruzana, donde el hartazgo de los de la población hacia sus gobernantes que no tienen la capacidad de resolver las situaciones provocó una serie de hechos que hicieron trascender a Catemaco en el ámbito nacional e internacional.
Las preguntas obligadas serían ¿Qué hubiera pasado si no se manifiestan los feligreses? ¿Hubiera aparecido el párroco? ¿Seguirá siendo Catemaco y la región  de los Tuxtlas, una zona en la que se  incrementen los secuestros, pese a que las autoridades lo niegan o no hacen comentarios al respecto?
Seguramente a estas fechas se seguiría hablando de un sacerdote que desapareció y que no se localiza, pues cuantas personas han sido privadas de la libertad sin que se tenga el conocimiento necesario para encontrarlos, no obstante, como no son conocidos o simplemente no con el peso del presbítero, no sucede nada.
En principio, el sacerdote fue privado de su libertad el pasado viernes, según un comunicado de la Diócesis de San Andrés, que hace esos señalamientos y recobró su libertad la mañana del domingo, luego de que se presentaran una serie de hechos violentos en Catemaco, que provocaron entre otras cosas  la quema de las oficinas del palacio municipal y con ello la documentación oficial.
Si bien es cierto que parte de la ciudadanía se encontraba temerosa por los desmanes que se provocaron, también lo es que compartían con los rijosos el ideal que apareciera el cura y que cese la ola de violencia y zozobra que provocan los secuestros en la zona, que han provocado que la población viva temerosa de lo que pueda suceder con ellos o con algún familiar.
Desde la toma de carreteras, la población se mostraba atenta a lo que sucediera en Catemaco, pues al bloquear las vías de comunicación, paso obligado para el sur o norte, según la dirección, se provocó un caos vehicular, que solo repercutió en molestia de los automovilistas que de alguna manera también apoyaban una situación que se sigue dando no solo en la zona, sino en la entidad veracruzana.
Entrado el sábado, la serie de actos vandálicos que provocaron en principio la  quema de una patrulla, posteriormente el saqueo a la casa de la ciudad del Alcalde Jorge Alberto González Azamar, quien por cierto se hizo ojo de hormiga, así como el saqueo al palacio municipal y por la noche la quema del mismo, con toda la información en su interior, desató aún más el encono y nerviosismo de la población.
Provocando que el fiscal general del Estado de Veracruz, José Luis Bravo, se hiciera presente acompañado del Subsecretario de Gobierno, Víctor Garrido, quienes en pocas palabras no dijeron nada, solo que se confiara en las autoridades, las mismas autoridades que dejaron escapar a un gobernador con licencia, prófugo de la justicia, que no han podido parar los secuestros y robos en la entidad, aunado a la violencia que se vive a cada instante en cada rincón de Veracruz.
Otro punto es la falta de autoridad que se vivió en por lo menos un día completo en Catemaco, donde los policías municipales, pero sobre todo su Alcalde, no se presentaron hasta el domingo, fecha en que el sacerdote había llegado por su propio pie, después de que fue liberado por sus captores y que presentaba signos de tortura, como lo expresa el mismo comunicado de la iglesia.
El domingo, sirvió para que los medios de comunicación dieran cuenta de la llegada de todos los funcionarios, ahora sí, protegidos por los elementos de seguridad, hasta se pudo ver al gobernador interino Flavino Ríos Alvarado, quien se reunió con el Obispo Fidencio López Plaza, llegando a la casa del prelado hasta el Alcalde de Catemaco y el de San Andrés Tuxtla, pues la sede episcopal se encuentra en esta última ciudad.
Quizás de todo este hecho, lo que podría destacarse además del hartazgo, el que un punto que sobresalió fue la llamada rumorología, que provocó entre otras cosas la desinformación de unos y otros, inclusive los corresponsales nacionales, al hablar de los hechos, decían, “supuestamente”, “al parecer”, sin que tuvieran confirmado nada, provocando aún más incertidumbre entre la población.
Las redes sociales, se convirtieron en los voceros para conocer la situación que se vivió en Catemaco y la región, pero mucha de la información que se ofreció era falsa o simplemente no se tenía una en concreto, que hiciera tranquilizar los ánimos o simplemente dar las versiones reales de lo que estaba sucediendo.
Esta mala información de la que cada ciudadano fue partícipe, se reflejó en el temor que tenía la población del turístico municipio y de su más cercano vecino San Andrés Tuxtla, donde se hablaba de amenazas de realizar los mismos actos vandálicos que en su vecina Catemaco, lo cual afortunadamente no pasó a mayores, pero provocando escozor en la población.
La rumorología llegó a invadir las redes sociales, que hasta comentaron en la mañana del domingo que la toma y quema del palacio municipal se había pagado por personas mandadas por el mismo gobierno, pues aseguraba esa publicación de una red social, que existe un faltante en las arcas de 24 millones de pesos, cosa que podría no ser cierta o no comprobarse, pues la documentación de la tesorería municipal desapareció.
Pero como esa, muchas otras cosas, como que el sacerdote sábado por la mañana había sido encontrado muerto, o que querían linchar al alcalde, cosas que de haber sido ciertas, agravarían la situación de ingobernabilidad que existió en Catemaco, un pueblo que se ha caracterizado eso sí, por ser unido cuando se requiere, pues no es la primera ocasión en que se presentan este tipo de hechos, por algo que pasa a sus habitantes.
Lo cierto es que Catemaco se convirtió en el ojo del huracán, ciudad que faltaba, pues Santiago Tuxtla, también trascendió por los costosos vestidos de la alcaldesa y su familia, San Andrés Tuxtla por la ostentosa fiesta de cumpleaños de su alcalde y ahora Catemaco, no por sus bellezas y lugares turísticos, sino por su violencia, que hay que esperar no afecte la ya de por si endeble economía de sus prestadores de servicio.

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