Las jóvenes originarias de Mexicali, Baja California, se encontraban en la capital surcoreana desde agosto pasado por un intercambio universitario
Juliana Velandia y Carolina Cano son las dos mexicanas que resultaron con lesiones en la estampida que se realizó el sábado pasado en Seúl, mientras se realizaba un festejo de Halloween, suceso que arrebató la vida a más de 150 personas en un barrio de la localidad.
De acuerdo con BBC, Juliana y Carolina de 23 y 21 años respectivamente son oriundas de Mexicali, Baja California y llegaron a la ciudad de Seúl, en Corea del Sur en agosto de este año para estudiar un semestre derivado de un programa universitario de intercambio.
Las dos jóvenes recordaron el colapso de una calle de la capital surcoreana ante la falta de policías o de seguridad en plena celebración del fin de semana. Además, resonaron los minutos durante los cuales permanecieron atrapadas entre cientos de asistentes sin poder siquiera moverse además de la hora y media que transcurrió para que las dos pudieran reencontrarse y saber que estaban vivas.
En entrevista Juliana y Carolina señalaron que al encontrarse en el barrio Itaewon decidieron acudir al festejo de Halloween para saber cómo hacían la celebración en el lugar, sin embargo, nunca imaginaron que pasaría la tragedia.
“Estamos acostumbradas a que a veces en el metro haya mucha gente y estamos como sardinas, pero pues sí podemos respirar y sabemos que se va a calmar cuando la gente se va yendo. Y pensamos que iba a ser también así. Pero no fue el caso. Cada vez era peor, cada vez nos aplastaban más. Y entonces perdí de vista a Carolina”, señaló Juliana.
Además, dijo que tuvieron suerte de que sus cabezas estaban en la superficie para alcanzar a respirar porque eran “una masa de cuerpos”, pues señaló que había personas por debajo y encima de ellas.
“Nuestro pecho, nuestra espalda, nuestro tórax… estaban totalmente aplastados. Ya no podía expandir mis pulmones para respirar. Mis pies ya no tocaban el suelo porque había cuerpos abajo de mí, otros me empezaban a aplastar cada vez más mis piernas, hasta que dejé de sentirlas”, expresó Juliana.
Además, dijo que tuvieron suerte de que sus cabezas estaban en la superficie para alcanzar a respirar porque eran “una masa de cuerpos”, pues señaló que había personas por debajo y encima de ellas.
“Nuestro pecho, nuestra espalda, nuestro tórax… estaban totalmente aplastados. Ya no podía expandir mis pulmones para respirar. Mis pies ya no tocaban el suelo porque había cuerpos abajo de mí, otros me empezaban a aplastar cada vez más mis piernas, hasta que dejé de sentirlas”, expresó Juliana.
Además, dijo que tuvieron suerte de que sus cabezas estaban en la superficie para alcanzar a respirar porque eran “una masa de cuerpos”, pues señaló que había personas por debajo y encima de ellas.
“Nuestro pecho, nuestra espalda, nuestro tórax… estaban totalmente aplastados. Ya no podía expandir mis pulmones para respirar. Mis pies ya no tocaban el suelo porque había cuerpos abajo de mí, otros me empezaban a aplastar cada vez más mis piernas, hasta que dejé de sentirlas”, expresó Juliana.
A pesar de que dejó de sentir sus piernas, su prioridad era seguir respirando y al no poder respirar por la nariz porque eso hacía que sus pulmones se expandieran, comenzó a respirar por la boca.
Por su parte, Carolina señaló que como iban caminando cobre una calle que tenía pendiente, entonces todos se comenzaron a irse hacia abajo juntos, por lo cual la persona que estaba caminando enfrente, de repente ya estaba encima de ella y a su vez, ella encima de alguien más, “fue como un dominó”, sostuvo.
Asimismo, recordó que a un lado de ella estaba un chico, quien tenía el cuello sobre el cuello de ella. El joven trataba de salir, de sacar su cabeza, pero ella no podía seguir respirando porque le estaba aplastando el cuello.
“Llegó un momento en el que dije: ‘Bueno, pues aquí se acabó todo’. Básicamente yo cerré mis ojos, me despedí de mi familia muy fuerte, y dije: ‘Bueno, si me voy, me quiero ir en paz’. Entonces simplemente cerré mis ojos y una vez que los abro, vi que están llegando personas a rescatarnos. Y dije: ‘guau, entonces sí vamos a vivir, todavía no nos toca irnos’», expresó Carolina.
En tanto, Juliana tuvo razón del tiempo que duraron atrapadas debido a que revisó la última foto que tomó con su celular, unos instantes antes de entrar a la colina. Eran las 10:08 de la noche y cuando la rescataron revisó su teléfono celular y este marcaba las 10:57, por lo cual mencionó que permanecieron 30 o 40 minutos aplastadas.
Con información de: La Silla Rota