Cuadrillas de trabajadores limpiaban cenizas y escombros de las escuelas, y analizaban la calidad del aire y del agua.
Las escuelas públicas de Maui han iniciado el proceso de reapertura, mientras que el tráfico se reanudó en un importante camino de acceso, en un par de muestras de recuperación una semana después de que incendios forestales destruyeron un poblado histórico y dejaron al menos 110 muertos. En tanto, el director de la agencia de emergencias de la isla dijo que «no lamenta» que no se hicieran sonar las sirenas para advertirle a la gente que las llamas se aproximaban.
Al menos tres escuelas que quedaron intactas tras el paso del incendio por Lahaina — en donde vecindarios enteros fueron reducidos a cenizas — seguían siendo evaluadas tras sufrir daños por el viento, dijo el superintendente del Departamento de Educación de Hawai, Keith Hayashi.
«Aún hay mucho por hacer, pero en general los campus y las aulas se encuentran en buen estado estructural, lo cual es alentador», dijo Hayashi en un video. «Sabemos que las labores de recuperación siguen en las primeras etapas, y seguimos lamentando la pérdida de tantas vidas».
Por su parte, cuadrillas de trabajadores limpiaban cenizas y escombros de las escuelas, y analizaban la calidad del aire y del agua. Estudiantes desplazados que se inscribieron en dichos campus pueden tener acceso a servicios como almuerzos y terapia, dijo Hayashi. El Departamento de Educación también ofreció apoyo psicológico para niños, familiares y miembros del personal.
La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés) abrió su primer centro de recuperación de desastres en Maui, «un importante primer paso» para ayudar a los residentes a obtener información sobre asistencia, dijo la administradora de la FEMA, Deanne Criswell, el miércoles. También pueden acudir para obtener actualizaciones sobre sus solicitudes de asistencia.
Criswell dijo que acompañará al presidente Joe Biden durante su visita del lunes a Maui para evaluar los daños y «brindar esperanza».
Mientras tanto, funcionarios de transporte dijeron que el libramiento de Lahaina, una vía que se encontraba cerrada desde el 8 de agosto, está abierto de nuevo, permitiéndole a los residentes acceder a algunas áreas cercanas a la zona afectada durante horas específicas.
Herman Andaya, administrador de la Agencia de Maui para el Manejo de Emergencias, defendió el no haber hecho sonar las sirenas durante el incendio.
«Temíamos que la gente se hubiera ido mauka», señaló, utilizando el término de dirección hawaiano que puede significar rumbo a las montañas o tierra adentro. «Si ese hubiera sido el caso, se habrían dirigido hacia el incendio».
No hay sirenas en las montañas, donde el fuego avanzaba colina abajo.
Hawai creó lo que presume es el mayor sistema de sirenas exteriores de alerta del mundo después de un tsunami en 1946 que dejó más de 150 muertos en la Isla Grande. Andaya dijo que el sistema está diseñado primordialmente para advertir sobre maremotos, y nunca se ha usado para avisar de incendios forestales. El sitio web del sistema de sirenas de Maui dice que podría utilizarse para emitir advertencias sobre incendios.
Mientras el número de muertos se incrementaba a 110, una unidad móvil de la morgue con forenses adicionales llegó el martes a Hawai para asistir en la tarea de clasificar los restos.
Los equipos de búsqueda y recuperación que usan perros adiestrados habían recorrido alrededor del 38% de la zona consumida hasta el martes, informaron funcionarios. El número de equipos caninos aumentaría a más de 40, dijo la FEMA.
Los equipos de búsqueda encontraron entre las víctimas a algunos de los residentes más vulnerables de Lahaina, incluidos niños. El gobernador Josh Green dijo esta semana que las cuadrillas hallaron a los cuatro integrantes de una familia muertos dentro de un vehículo calcinado, y los restos de siete miembros de otra familia dentro de una casa que fue consumida por las llamas.
Kimberly Buen esperaba el miércoles recibir noticias de su padre, Maurice Buen, un pescador deportivo retirado que vivía en un asilo con asistencia que quedó destruido.
El hombre de 79 años estaba ciego de un ojo, parcialmente ciego del otro y utilizaba una andadera o un scooter eléctrico para moverse. En las últimas semanas también había sufrido de inflamación en los pies.
«Para él, moverse rápido no es una opción», dijo Buen. Las historias de los sobrevivientes que escaparon al rápido avance de las llamas la aterrorizan.
«Si gente en plenitud tuvo que correr y arrojarse al océano, sólo puedo imaginarme qué pasó en el centro de asistencia y con las personas de menos ingresos y ancianos que no tuvieron una advertencia o, ya saben, recursos para escapar», comentó.
Bill Seidl, de 75 años, vivía en el mismo complejo. Su hija Cassie Seidle, de Valencia, California, dijo que su padre tocó varias puertas antes de escapar.
«Creo que la gente asumía que era otro incendio menor», comentó. «No creo que se hayan dado cuenta, y no recibieron advertencia».
Seidl dijo que su padre se abrió camino hasta un centro comercial cercano y durmió a la intemperie por dos días, con poco o nada para comer o beber. Ahora acampa en la propiedad de un amigo en Wailuku.
El condado dio a conocer el martes los nombres de dos de las víctimas: los residentes de Lahaina Robert Dyckman, de 74 años, y Buddy Jantoc, de 79. Fueron los primeros de cinco personas identificadas hasta ahora. El jefe de la policía de Maui, John Pelletier, reiteró su llamado a los familiares de personas desaparecidas a que entreguen muestras de ADN.
La Escuela del Sagrado Corazón, en Lahaina, quedó destruida, y la directora Tonata Lolesio dijo que las clases se reiniciarían en las próximas semanas en otra escuela católica. Añadió que es importante que los alumnos estén con sus amigos, maestros y libros sin pensar constantemente en la tragedia.
«Espero que podamos tener al menos algo de normalidad y llevarlos a un aula en donde puedan seguir aprendiendo, o tan sólo en otro ambiente en el que puedan dejar de pensar en eso», comentó.
Miles de residentes desplazados se estaban quedando en albergues, habitaciones de hotel y unidades de Airbnb, o con amigos.
El gobernador dijo el miércoles que giró instrucciones a la fiscal general del estado para que instaure una moratoria a las transacciones de tierras en el área de Lahaina. Green señaló que ha oído hablar de personas de las que dijo ni siquiera se dedican a los bienes raíces y se han acercado para preguntar sobre la posibilidad de adquirir tierras propiedad de gente en el área de desastre.
«Mi intención de principio a fin es asegurar que nadie sea víctima de un despojo de tierras», manifestó, y agregó que el estado proporcionará más detalles al respecto el viernes.
La causa de los incendios, los más mortíferos en Estados Unidos en más de un siglo, seguía bajo investigación. Green ha advertido que aún podrían encontrarse muchos cadáveres más.
El incendio de Lahaina dejó alrededor de 3 mil 200 millones de dólares en pérdidas en propiedades aseguradas, según los cálculos de Karen Clark & Company, una empresa de modelos de riesgos y desastres.
John Allen y su hija contemplaban un paisaje gris que alguna vez fue hogar de coloridas orquídeas y otras flores desde la cima de una colina. Su hija rompió en llanto al señalar la cafetería en la que solía trabajar, y los lugares en los que solían vivir.
Allen se mudó a Maui hace dos años después de dejar Oakland, California, en donde vio cómo un voraz incendio forestal consumió las colinas en 1991.
«Nadie está consciente de lo rápido que avanzan las llamas», dijo Allen.
Con información de: Proceso