Pekín investiga por qué los encargados de la mina no informaron de la explosión hasta 30 horas después de producirse.
Tras la alegría, la decepción. Nueve de los diez mineros chinos que permanecían en paradero desconocido desde hace quince días tras una explosión en la mina de oro en la que trabajaban han sido hallados muertos, según han confirmado las autoridades locales. Otros once compañeros fueron rescatados con vida el domingo. Ya se conocía desde la semana pasada la muerte de otro trabajador del grupo, y se trata de localizar a contrarreloj al último de los 22 que habían quedado atrapados a casi 600 metros de profundidad como consecuencia del accidente.
Chen Fei, el alcalde de la ciudad de Yantai, en las cercanías de la mina de oro de Hushan (provincia de Shandong, este de China), confirmó que los nueve cuerpos se han encontrado durante las tareas de búsqueda y rescate que continuaron tras el salvamento de los once supervivientes. La operación de búsqueda del último desaparecido se ve complicada por unos niveles crecientes del agua subterránea, ha apuntado la cadena de televisión estatal CCTV.
Aunque inicialmente los equipos de rescate habían temido que serían necesarias otras dos semanas, además de las dos transcurridas desde la explosión, para poder llevar a los mineros a la superficie, el domingo los trabajos se aceleraron súbitamente. Unas tuberías de acero habían evitado que se bloqueara parte del conducto de ventilación, la vía considerada más factible para llegar a los atrapados. Tras despejar una zona obstruida en ese pozo, a una profundidad de 368 metros, “descubrimos que debajo de las tuberías prácticamente no había obstáculos que bloquearan el acceso”, indicó el ingeniero jefe de la operación, Xiao Wenru, a la agencia de noticias estatal Xinhua.
El domingo, las imágenes transmitidas en directo por la cadena de televisión estatal CCTV —y seguidas en Weibo, el Twitter chino, por centenares de millones de personas— mostraron cómo los equipos de rescate extraían a los trabajadores, individualmente o en grupos de dos o tres, con los ojos tapados para evitar la luz del sol después de tanto tiempo bajo tierra. Inmediatamente, quedaban cubiertos por gruesos abrigos militares y eran llevados en volandas —algunos aún en pie, otros en parihuelas— a las ambulancias que les esperaban para transportarles de inmediato al hospital.
La odisea de los 22 comenzó el día 10, cuando por causas que aún se desconocen se registró una explosión en la mina, que se encontraba aún en construcción. El ascensor para el transporte de los mineros a la superficie quedó dañado, y el conducto de ventilación bloqueado por la deflagración. La empresa propietaria tardó 30 horas en alertar del accidente, lo que hizo perder un tiempo precioso para activar el rescate. Las autoridades de Yantai, la localidad cercana a la mina, han abierto una investigación sobre el incidente.
Los trabajos de rescate sufrieron continuas complicaciones por la estructura geológica del subsuelo, formado por capas de roca especialmente dura, como el granito. Varios intentos de horadar túneles que permitieran acceder a los atrapados tuvieron que abandonarse. Sí se pudo perforar un conducto más estrecho a través del cual se introdujo un cable metálico que se convirtió en la línea de vida de los mineros sepultados: a través de él los equipos de rescate pudieron enviarles a partir del día 17 —cuando los trabajadores ya llevaban una semana atrapados— alimentos, agua, teléfonos para comunicarse y medicinas. Ellos, a su vez, enviaron una nota manuscrita a la superficie en la que detallaron su número y situación. “¡Esperamos que no cesen los trabajos de rescate! ¡Tenemos esperanza!”, escribieron. Más tarde, a través de otros conductos perforados en la roca, se les hicieron llegar ropa y otros suministros.
El sector minero de China es uno de los más peligrosos del mundo. Solo el año pasado, 573 personas fallecieron en accidentes en sus pozos, según las cifras de la Administración Nacional para la Seguridad Minera. Aunque en los últimos años la tendencia ha ido a la mejora, a medida que se han endurecido los controles sobre las medidas de seguridad: los números del año pasado representan una caída del 22% con respecto al año anterior. Por primera vez desde 1949, no se registraron explosiones de gas de importancia en las minas de carbón del país, según la agencia Xinhua.
Pero los incidentes continúan, en especial en las minas de carbón, vitales para el país: este mineral representa la principal fuente de la energía que consume China. En diciembre pasado, 23 personas murieron en un pozo en Chongqing.