El ejemplar fue encontrado por estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, quienes actualmente están ayudando con la excavación
En medio de un monumental basurero y bajo ocho toneladas de basura, estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos encontraron una momia envuelta en hojas de coca y conchas marinas. Se cree que tiene alrededor de tres mil años de antigüedad y que fue envuelta en lo que se conoce como un fardo funerario. El ejemplar prehispánico fue hallado en uno de los barrios más tradicionales de Lima, Perú, conocido como «La Huaca La Florida».
El grupo de arqueólogos en Perú hallaron primero su cabello y su cráneo, pero para ello, el especialista Miguel Aguilar detalló que tuvieron que retirar ocho toneladas de basura del monumental basurero antes de poder comenzar la cuidadosa búsqueda de los restos históricos. Su investigación apunta a que la entonces mujer pertenece a la Cultura Manchay, que habitó los valles de Lima entre mil 500 y mil años antes de Cristo. La sociedad se caracteriza —principalmente— por la peculiar distribución y forma de sus arquitectura monumental, también conocidos como templos.
Crearon tres pirámides que rodean un espacio baldío y abierto, que visto desde el aire, adquieren la forma de una letra U. De ahí el origen de su nombre. Por otro lado, el arqueólogo y antropólogo de Estados Unidos, Richard Lewis Burger —egresado de la Universidad de California, Berkeley— se destacó como uno de los principales investigares de estos monumentos. Propuso el nombre de Cultura Manchay, que es el nombre de uno de estos Templos en U del valle de Lurín y que está siendo investigado por él.
Aguilar explicó que la momia había sido colocada en una tumba en el centro de uno de los famosos templos en forma de U. Aunque regularmente los fardos funerarios consisten en armar un gran bulto compuesto por múltiples piezas textiles que envuelven al cadáver, este ejemplar estaba rodeado de piezas de algodón y fibra vegetal. Además especificaron que el cadáver fue colocado en una «posición plana», lo cual es característico de la Cultura Manchay durante el «periodo formativo de América».
Lo turbio de este entierro, es que el arqueólogo al frente indicó que la persona que yacía en esta «tumba», en realidad había sido ofrecida o dejada como sacrificio durante la última fase de construcción de este templo. Recordemos que los fardos funerarios servían para poner a los difuntos bajo capas y capas de telas de algodón de más de 20 metros de longitud, y sobre estas telas se disponían varias capas de tejidos llanos, alternadas con capas de textiles bordados y pequeñas prendas de vestir.
Todo el fardo era confeccionado de modo que adoptase la forma de un cono, donde el tope representaba la cabeza del difunto o “falsa cabeza”, a veces coronada con complejos tocados. Los «muertos» eran concebidos como semillas, para terminar creciendo como plantas entonces hacía que los cementerios fungieran como huertos. Según varios expertos, el mensaje a transmitir era que la vida seguía más allá de ésta para dar origen a una nueva existencia.
Debido a la delicadeza con la que fue envuelta, no fue de extrañar para los arqueólogos que el ejemplar de tres mil años, aún conservara su largo cabello aún negro. Asimismo detallaron que fue sepultada en una tumba en el centro del templo a solo un metro de profundidad. Aunque debemos de recordar que para llegar al recinto tuvieron que retirar ocho toneladas de basura. Cabe destacar que la momificación fue practicada por una variedad de culturas en lo que ahora es Perú antes de la llegada de los conquistadores españoles.
Asimismo debemos detallar que algunos de estos ejemplares prehispánicos fueron enterrados en posición fetal, mientras que a otros los sacaban y exhibían durante festivales clave. El sitio arqueológico fue hallado debajo de un basurero en el barrio Rímac de Lima, que ahora permanece bajo el resguardo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Aunque ellos estiman que la momia tiene tres mil años de antigüedad, el equipo ahora debe realizar una datación por radiocarbono para verificar su verdadera edad.
Con información de: El Heraldo de México