Juan Javier Gómez Cazarín
El Congreso de Veracruz volverá a escribir historia mañana martes, cuando se someterá a votación la propuesta del Grupo Legislativo de Morena de diversas reformas a la Constitución del Estado para fortalecer nuestra democracia y, de paso, recortar el costo económico de nuestra vida electoral.
Se plantea, de hecho, recortar a la mitad el financiamiento público de los partidos políticos para ahorrar, sólo por ese hecho, poco más de 177 millones de pesos en el primer año.Es un dinero muy bueno, tomando en cuenta, por ejemplo, que el equipamiento del Centro de Alta Especialidad en Xalapa –el mejor hospital del estado- costó 130 millones de pesos el año pasado.
Personalmente pienso que hay muchos mejores destinos para ese dinero que el pago de una infraestructura de partidos políticos que, en teoría, están para servir a la gente y no para servirse de ella.Y estoy convencido, también, de que la mezquindad de los políticos no debería tener cabida en un país y en un estado donde viven mujeres, hombres, niñas y niños en condiciones de una pobreza que los acorrala, producto del modelo económico que imperó en las últimas décadas.
De hecho, por más que le doy vueltas no acierto a imaginarme qué puede argumentar un partido político para regatearle a las y los veracruzanos el dinero que se necesita en otros rubros de la agenda pública con una urgencia que casi es de vida o muerte.
No voy a tener que imaginármelo mucho, porque mañana saldré de dudas.
Los detractores de la iniciativa dijeron que la propuesta del voto electrónico –cuyas bondades están comprobadísimas en todo el mundo- representaba una amenaza a la certeza y la legalidad de nuestras futuras elecciones.