Nahle: Prometer hasta meter…

Nahle: Prometer hasta meter…

Acá entre nos, ¿de verdad cree en las promesas de campaña de los candidatos? Es más: ¿usted votó porque le gustó alguna propuesta que hizo alguno de esos políticos que buscaba desde una curul, un escaño, una gubernatura o la silla presidencial… o por un cambio?
Las promesas de los candidatos, sean de Morena, PRI, PAN o el partido que quiera, harían sonrojar al Burlador de Sevilla aunque no por ello, nuestros políticos y Don Juan, cumplan a cabalidad la máxima que cualquier conquistador esgrime con tanta facilidad a la hora de tratar de conseguir sus propósitos: Prometer hasta meter, y una vez metido, olvidar lo prometido.
II
Es más, estoy seguro que en Veracruz como en México, la gente no votó por un candidato, sino por la idea de un cambio que se buscó fuera en cascada desde el Altiplano hasta provincia. Sí, habrá quien lo haya hecho por López Obrador porque él significa ese “cambio”, pero dudo que haya puesto atención a sus varias promesas de campaña porque se estaba más ocupado en escuchar sus arengas que, en un país como el nuestro, donde la desigualdad social pareciera abrirse cada vez más, fueron alimento al espíritu de mucha gente que en la intimidad de su casa o en el resquicio de su lugar de trabajo, “mientra madres” contra su jefe, su patrón o contra el Gobierno.
III
Hasta el momento, las críticas que se le hagan a Andrés Manuel López Obrador, dijeran cuando niños, “son de dulce”, no valen, por una sencilla y simple razón que muchos creo se las han pasado de humo: no ha tomado posesión. Así que lo que el Peje diga, haga, exprese o lo que sea, tiene la misma validez que un billete de 20 pesos con la cara de Benito Bodoque.
Si bien es cierto que Enrique Peña Nieto en un común acuerdo (es evidente) con López Obrador, “se abrió” para que el tabasqueño tomara la batuta de la opinión pública, ambos sin querer dejan un vacío de poder donde el que aún lo puede ejercer, lo soslaya; y el que aún no lo tiene, no lo puede asir… vamos, es como si uno, ya se hubiera desprendido de toda obligación y el otro, todavía anduviera en campaña con esas jornadas de agradecimiento.
IV
A diferencia de López Obrador, a los que sí se les puede criticar por su labor, es a los legisladores federales de la Cámara Alta como de la Baja.
Si bien, hay intentos de austeridad republicana al interior de San Lázaro por parte de los diputados y ello se celebra, creo que cualquier ciudadano con tres dedos de frente espera cambios y hasta radicales que se vean reflejados en el lugar más sagrado que puede tener una madre o padre de familia: su bolsillo.
Ahora hablo por mí: no me interesa que les cancelen la pensión a los expresidentes; o que caiga la reforma educativa o que ya no tengan bonos los diputados para comprar carro o equipo de cómputo; mucho menos si ahora tengan que contratar por fuera los legisladores un seguro de vida y de gastos médicos mayores; haya menos edecanes y refrigerios así como la reducción del número de asesores o se le diga adiós a los viáticos, si cada semana que voy a hacer la despensa sigo pagando lo mismo pero adquiriendo menos productos. ¿De qué me sirve su ahorro?
V
¡Ah! Y para quienes critican a la senadora Rocío Nahle y su famosa promesa de campaña de reducir el IEPS para tener una gasolina más barata, porque hoy dice que “no se puede” retirar tal gravamen a los combustibles, ¿de verdad le creyeron? No, realmente a Rocío Nahle no la critican quienes votaron por ella, o por el Peje, o por Morena, o por el Cambio… a Rocío Nahle la critican quienes NO votaron por ella. Es política esto. Se trata de minar el lado débil de tu oponente y si ello son sus promesas de campaña fallidas que han de repercutir aún más en el bolsillo de los mexicanos, con mucha más razón.
Pero… ¿por qué no critican, descalifican o reclaman los que votaron por Nahle? puede ser porque su objetivo está cumplido: está en el poder quien querían que estuviera en el poder y ya no les interesa si cumple o no las promesas de campaña y hasta les valga eso de “prometer hasta meter; y una vez metido, olvidar lo prometido”. Al final, los encantos o desencantos de Morena han de estar sujetos a seis años de Gobierno, que la mejor forma de acabar esta columna es comparar a AMLO, que aún no gobierna, con el Burlador de Sevilla, cuando al juicio de sus actos, poco temía: “Tan largo me lo fiais…”
Sí, falta tanto tiempo que ni siquiera ha empezado.

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