Una veintena de familias regresaron a El Durazno, luego de que la Guardia Nacional instaló la semana pasada una base de operaciones.
Esa madrugada, una veintena de camionetas con hombres armados irrumpieron en El Durazno, una población ubicada a 20 minutos del centro de Jerez, Zacatecas.
«Ya llegamos a El Durazno, hijos de la chingada, para que nos sigan denunciando con la Guardia Nacional», gritaron los sicarios el pasado 12 de noviembre.
A decir de los pobladores, los criminales cometieron estos actos porque alguien denunció ante la Guardia Nacional una casa de seguridad donde fueron arrestados 16 sicarios.
A un mes de distancia del hecho, una veintena de familias regresaron a El Durazno, luego de que la Guardia Nacional instaló la semana pasada una base de operaciones.
El temor se respira en el ambiente. La veintena de familias aseguran que permanecerán siempre y cuando la Guardia Nacional no se vaya.
El Durazno se suma a una veintena de poblaciones de Jerez, Zacatecas, desplazadas por la violencia generada por la disputa entre los Cárteles Jalisco Nueva Generación y El Sinaloa.
» El Durazno, es una comunidad de alrededor de 100 familias, viven alrededor de 60 y son las que salieron. El último día Viviana y 6 familias, y después de que se instaló la base de operaciones, qué lleva una semana, regresaron alrededor de 16 a 20 familias», comentó Marco Vargas, vocero del ayuntamiento de Jerez para el tema de los desplazados.
Cientos de víctimas se pueden contabilizar producto de esta guerra. Entre las personas inocentes que han perdido la vida en medio del fuego cruzado está Rigoberto.
Era un hombre de la tercera edad que recientemente llegó a Jerez, luego de vivir varios años en Estados Unidos.
La noche del 12 de noviembre, hombres armados irrumpieron en su casa a las afueras del poblado El Durazno. A decir de sus vecinos, los criminales le dispararon en la cabeza y después destrozaron la casa con explosivos, y no con una granada como se dijo en primera instancia.
El domicilio de un solo nivel quedó totalmente destruido. Bajo los escombros quedaron sepultados los recuerdos familiares de Rigoberto.
Fotografías con su esposa, una fotografía de un nieto, cientos de documentos, imágenes de la virgen de Guadalupe, de la cual era devoto Don Rigoberto, cinco sombreros de paja y varias camisas.
Por el estallido la puerta de la casa quedó a 15 metros de distancia de la finca, en unos campos de siembra de maíz.
A unos 200 metros de la finca de Rigoberto, se aprecian tres casas con impactos de bala. En una de color verde vivía César, un narcomenudista que vendía droga para el cártel de las cuatro letras.
A un lado del domicilio de César, está una casa de color tinto, de dónde fueron sacadas por la fuerza por hombres armados dos jovencitas menores de edad, cuyo paradero sigue siendo desconocido.
Y a unos metros se aprecia otra vivienda con múltiples agujeros de bala. A esta casa sólo le dispararon para provocar psicosis.
«Aquí se vive con terror. Hasta dinamita usaron estos cabrones. Estamos muy cerca de Jerez, a unos 8 kilómetros del centro, y aún así estoy hasta fuera de control», comentó un habitante de El Durazno.
La capilla del poblado corrió la misma suerte. En la fachada se cuentan al menos una decena de balazos.
Dicen que el sacerdote huyó del lugar al día siguiente de estos hechos, no sin antes pegar en la puerta del templo un poster con la imágen de la virgen de Guadalupe, donde escribió lo siguiente: tus hijos volverán. Ya basta de violencia, todos somos hermanos».
«Estos sujetos siempre han andado. pero jamás habían molestado a las personas, a los civiles porque uno no tiene nada que ver, y ahora ya se metieron con niños. Le dieron seis cuetazos por la espalda sin que el niño estuviera armado», narró otro poblador.
Frente al templo, sobre la banqueta, se aprecia una mancha de cal. Ahí quedó el cuerpo de un jovencito de 14 años asesinado de al menos sies balazos mientras jugaba.
En la misma acción, dos hermanos terminaron heridos. A la par, los ganaderos malbarataron a sus animales con el único fin de que no murieran de hambre durante el mes que abandonaron sus casas.
Con información de: Milenio