Si usted fuera presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso local, pero además, cabeza de manada de la bancada panista, y sabiendo que al día siguiente se fuera a votar la reestructuración de la deuda que propuso Miguel Ángel Yunes Linares ¿qué haría la tarde-noche previa?
Posibles respuestas:
A) Cabildear con los jefes de bancada de Morena y PRI
B) Cabildear con algunos diputados de oposición en cortito…
C) Llevarse a su bancada a echar cascarita de Fut 7 en las canchas de El Pedregal, en Las Ánimas.
En los dos primeros casos, no hay testimonio de que así haya sido, En el último, sólo se tiene el comentario que antes de la sesión del Martes Negro hiciera el mismo Sergio Hernández, de que estaba envarado…
¿Qué orilló a la confianza? En plática que sostuvo con Pepe Mancha, le habría asegurado que la reestructuración iba y salía. Mismo tenor, comentan, habría escuchado el Gobernador.
Por eso, cuando la tarde del Martes Negro Sergio Hernández veía desde su curul el tablero de los votos, el rictus de su rostro era el reflejo perfecto del dolor de estar perdiendo la aprobación de la reestructuración de la deuda… ojalá y al menos, su bancada haya ganado en la cascarita de Fut 7.
II
Muy aparte de los nuevos delitos que le imputan a Flavino Ríos Alvarado, los que le achacan por abuso de autoridad, encubrimiento y tráfico de influencias que se traducen en “haber prestado un helicóptero”, no tanto a “haber ayudado a fugarse a Javier Duarte de Ochoa”, tienen más sentido mediático sin que por ello pierda su sentido jurídico.
Me explico: Es claro que Flavino cometió el mismo delito que cometen muchas autoridades como el hacer uso de recursos públicos para asuntos netamente privados o particulares, como cuando se habló del “Helicóptero del amor” de Fidel Herrera o del “Helicóptero de las tortas de La Rielera” de Javier Duarte. El pecado (o delito) de Flavino Ríos se concentra simplemente en “una cortesía” para un Gobernador con Licencia que abusó de la confianza de un político al que engañó como a un chino.
III
Por cierto, en la relatoría de esta “fuga en helicóptero” (que hace recordar a otros bandidos como Alfredo Ríos Galeana, quien se peló en similar vehículo del penal de Santa Martha), surge el nombre de Ricardo Casanova Morales, quien trabajó en la dirección de Aeronáutica desde el gobierno de Fidel Herrera, colaborador cercano al titular Alejandro Sánchez, y vinculado a Gina Domínguez, por haberlo nombrado presidente de la Fundación Colosio Xalapa.
El trabajo de Casanova Morales en Aeronáutica, comentan, era preparar los vuelos privados y las bitácoras de los funcionarios duartistas, algo así como Logística. Lo señalan por ser quien recibió la instrucción de “prestar” el helicóptero por parte de Flavino Ríos y de recibir una llamada de Javier Duarte para que lo pusiera en el Agrocentro el día en que “se dio a la fuga”.
¿Y por qué los reflectores se posan sobre Ricardo Casanova? A lo mejor por su origen: Es hijo de Juan Manuel Casanova Meraz, quien fue Fiscal Visitador durante el sexenio de Javier Duarte, y con Fidel Herrera, director general de Vinculación Institucional y Asuntos Internos de la secretaría de Seguridad Pública. Actualmente, don Juan Manuel es candidato de Morena por la alcaldía de Tempoal. Ricardo es secretario privado del presidente del PRI estatal, Renato Alarcón y por si fuera poco, es sobrino de Hugo Meraz, el de las Finanzas del PRI estatal.
El caso de Ricardo es curioso… ante una instrucción del Gobernador interino, ¿cómo decirle que “No”? aunque bien pudo decirle “No” al Gobernador con licencia cuando le pidió el helicóptero en el Agrocentro… claro, si esa versión es cierta.