Sismos grandes como el del 85 seguirán ocurriendo en México: especialista en CNN

Sismos grandes como el del 85 seguirán ocurriendo en México: especialista en CNN

El sismo de magnitud 8.1 que sacudió a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985, “en nuestra comprensión de lo que representa la respuesta sísmica del Valle de México, fue un parteaguas, es decir la forma en cómo las ondas sísmicas se propagan, se desconocía en ese momento”, señaló el doctor en sismología, Víctor Manuel Cruz, autor del libro Los sismos. Una amenaza cotidiana.
En entrevista para Aristegui CNN, recordó que “en esa época los reglamentos de construcción se consideraban adecuados para el peligro que se conocía, pero fue esa mañana que entendimos que no era así”.
“Se forja el Sistema Nacional de Protección Civil, el Centro Nacional de Prevención de Desastres, la mirada de muchos países se torna a lo que ocurrió en esta ciudad porque es casi inconcebible que un sismo de esa magnitud haya ocasionado los daños que ocasionó… eso se debe a la naturaleza del suelo de la cuenca”.
Y “hay un cambio de paradigma en cuanto a que se revela crudamente la dimensión del peligro que se desconocía y por otro lado las instituciones que se forjan por la contribución de otros países, como Japón que contribuyó mucho”.
“Hoy en día sabemos en cada lugar en que habitamos, qué tan intensa puede ser la sacudida, que es el insumo que requieren los ingenieros para edificar las estructuras”, dijo el especialista.
No obstante, consideró que “hay un vacío en la educación básica del mexicano, a pesar de que estamos más civilizados… no creo que el mexicano sepa lo que debería saber en un país donde la amenaza es tan grande”.
“La capital no es el único lugar donde el peligro es alto, la zona de mayor peligro es toda la costa, donde ocurren los terrremotos, es algo que debería saber más del 35 por ciento de la población de este país”, explicó.
“Durante muchos años los sismólogos hablaron de brechas sísmicas, de segmentos, regiones específicas de las zonas de subducción, en donde con relativa periodicidad ocurren terremotos de un tamaño característico. Con base en esa idea que ha sido muy útil, se puede estimar cuántos años tienen que transcurrir para que ocurra otros sismo en un segmento dado”, agregó.
“En México estudios de esa naturaleza llegaron a concluir que más o menos el período de retorno es de entre 30 y 60 años, es muy impreciso. Hay segmentos donde no ha ocurrido un sismo fuerte en muchos más años, como Guerrero”.
“Hay que ver al pasado… en México el sismo más grande de magnitud no es el de 1985, en 1932 ocurrió uno de magnitud 8.2 en Jalisco y en el siglo XVII ocurrió uno 8.6… produjo un tsunami tan grande como el que vimos en Japón. Sismos como esos pueden ocurrir en el futuro y debemos estar preparados para ello“, señaló.
“La Ciudad de México es una zona de alta peligrosidad”, recordó.
Por lo que “sismos tan grandes como el del 85, van a seguir ocurriendo en México, es una realidad absoluta e incuestionable, no sabemos cuándo, probablemente venga de Guerrero, de Oaxaca, no sabemos. En Guerrero tenemos muchos argumentos para pensar que uno grande podría venir no dentro de mucho tiempo”, apuntó.
“No hay instrucciones universales, hay pocos consejos que son válidos en cualquier circunstancia, como estar preparado con los papeles en casa, tener una linterna, radio de pilas, tener víveres, saber dónde están las zonas de seguridad”, indicó.
Por su parte, Marco Rascón, participante de la Coordinadora Única de damnificados, aseveró que el terremoto del 85 “fue un parteaguas, cambió nuestra forma de hacer política, nuestras prácticas, cambia el lenguaje, elementos que se incorporan dentro del pensamiento mismo de la izquierda, de las generaciones que venían siendo oposición, buscando cambios. El sismo es como un rayo en cielo despejado“.
Ek evento “toma al país en una circunstancia muy especial, con las políticas de austeridad… Miguel de la Madrid como presidente, una inflación galopante, una situación catastral en las áreas centrales de la ciudad, cuestiones invisibles, el asinamiento, vecindades que eran ciudades perdidas, sectores que se volvieron visibles, el caso de las costureras”.
“Apareció una sociedad civil que estaba al margen de las estructuras y formas organizacionales tradicionales, sin embrago la participación masiva de amas de casa, niños, dignifica mucho la vida comunitaria”, comentó.
“El sismo, dentro de su tragedia y la dureza y dolor que causó, generó ambiente de cambios y reconstruir nuevas realidades”, destacó.
“Ya para 1985, había síntomas muy claros de decadencia de esta forma gubernamental basada en el paternalismo, el clientelismo, las formas corporativas, el control, lo que hacía una especie de unidad nacional muy autoritaria y que se expresaba en muchos de los ambientes sociales en general”, recordó.
Además “la sociedad que emerge, surge por este error gubernamental de querer actuar de la misma manera, váyanse a sus casas, el gobierno está actuando, no los necesitamos… cuando la gente se dio cuenta de que el gobierno había fallado, en ese momento fue cuando se empodera la vida vecinal, los barrios toman control sobre los escombros”.
“No había agua embotellada, era agua de la llave, no había celulares. Si había un fax era el avance tecnológico más grande. Sin embargo. las formas de comunicación fueron instantáneas”, añadió.
Y contó que, debido a los derrumbes, “la gente no tenía un cuerpo para velar… era muy tremendo y atraía la solidaridad de muchos de los vecinos”.
 
Fuente: Aristegui

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