Peña Nieto, cómplice de Duarte

Peña Nieto, cómplice de Duarte

Todo parece indicar que la polvareda levantada por el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, en torno a una política partidista de combate a la corrupción en sus propias filas, no pasará de una campaña propagandística que no tendrá ningún efecto práctico, y que a la llevada y traída expulsión del gobernador Javier Duarte de Ochoa le pasará lo mismo que a las investigaciones ministeriales y fiscales emprendidas por el gobierno federal en contra de quien ha dejado como enfermo terminal a Veracruz.
Contra las previsiones que circulan hace meses en el solar jarocho, en el sentido de que el gobierno de Enrique Peña Nieto estaría interesado en llamar a cuentas ante tribunales al pernicioso político cordobés, y que los aplausos no se los lleve el gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares y, con ello, el PAN consolide su también falaz imagen de partido que combate la corrupción y gane puntos para la elección presidencial de 2018, Peña Nieto solo ha mostrado berrinches a la hora de enfrentar al ‘único amigo que tiene en Veracruz, en vivo.
No es de este año que el gobierno federal conoce de los criminales desvíos de recursos que ocurren en las finanzas públicas de Veracruz. El propio Auditor Superior de la Federación, Juan Manuel Portal Martínez, hace años que ha presentado denuncias por inconsistencias en el uso de los recursos que la Federación envía año con año a la Sefiplan, sin que la Procuraduría General de la República (PGR) mueva un dedo para investigar a fondo tanto al gobernador Javier Duarte como a todo el equipo de su gobierno, en particular, los sucesivos secretarios de Finanzas y Planeación, Educación y Salud, por nombrar a los más visibles.
El Servicio de Administración Tributaria (SAT) también se ha metido en una lentísima investigación sobre los desvíos multimillonarios de recursos federales a través de la operación de empresas fachada (conocidas como empresas fantasmas), operadas para la justificación de cientos de millones de pesos que no llegaron a sus beneficiarios, la mayoría damnificados por fenómenos hidro-meteorológicos, y que fueron documentados en una investigación periodística del portal Animal Político.
La propia Universidad Veracruzana y el gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares han presentado denuncias contra la administración duartista. La primera, por el desvío no solo de recursos estatales sino, incluso, de ministraciones enviadas por la SEP, que no le han entregado hasta el momento. El segundo, con pelos y señales de inenarrables actos de corrupción y de severos conflictos de interés, como los protagonizados por el exsecretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, quien se pasea con protección policial sin que se le toque con el pétalo de una flor.
 
EL RECREO
 
¿Cómo disfrazar las ‘ganancias’ o blanquear el dinero mal habido? Fidel Herrera Beltrán se hizo famoso por atinarle más de dos veces al premio mayor de la Lotería, bajo procedimientos sospechosos. Javier Duarte de Ochoa ha preferido que su nombre aparezca como el del heredero universal en el testamento de sus amigos.
 
No bastan los berrinchitos presidenciales
 
Pero la realidad que vive Veracruz en lo social, en lo financiero y en materia de seguridad pública es una denuncia a gritos que Enrique Peña Nieto no ha querido escuchar.
La complicidad del Presidente de la República con un impresentable símbolo de la peor corrupción del sistema político mexicano es verdaderamente escandalosa. No basta con que, en sus actos, en Veracruz y la Ciudad de México, evite a Javier Duarte en las imágenes que distribuye la Presidencia a los medios de comunicación, con que evite entablar el mínimo diálogo o el saludo apenas cordial a un político que se jactaba de ser el único amigo que Peña tenía en Veracruz y a quien éste catalogaba (junto a Roberto Borge y César Duarte, gobernadores de Quintana Roo y Chihuahua, también acusados de corrupción y atentados contra los derechos humanos) como la nueva clase política priista.
Lo grave para Peña Nieto es que su Sistema Nacional de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales ha nacido con malformaciones.
Su supuesta lucha contra la corrupción, que solo ha tenido manifestaciones de contención, como las acciones de inconstitucionalidad presentadas por la PGR en julio pasado ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, contra las leyes sobre el tema armadas por los tres cochinitos (los dos Duarte y Borge) para blindarse, no ha tenido mayor repercusión-
En Veracruz, Javier Duarte se ha burlado reiteradamente de las versiones que lo ubican fuera del gobierno antes del término de su desastrosa gestión. Más de uno, incluyéndome, acariciaba la posibilidad de que antes del informe presidencial, que cada vez adopta formas de cotorreo, habría acciones tangibles del gobierno federal contra Duarte.
¿Pero, no. Para Peña Nieto, la cosa es calmada, y tras la crisis política nacional e internacional en que lo empinó el torpe secretario de Hacienda, Luis Vidagaray, con la invitación a Donald Trump a una reunión privada en Los Pinos, lo menos que ha de pensar es en que el país (y algunas regiones en particular) se le están cayendo de la mano y, como su amigo veracruzano, se está convirtiendo en el peor Presidente de México.
Así que esperanzas en que Peña llevará ante la justicia a Duarte, ni pensarlo, Tendremos que esperar a que Miguel Ángel Yunes Linares tome el poder y logre llevar a la cárcel al peor gobernador de Veracruz.
 
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